Definitivamente hay una razón por la que leo a Jane Austen. Jane Austen recrea su sociedad en un mundo divertido, de personajes alegres y sin mayores tragedias que las de una madre que quiere casar a sus cinco hijas con hombres muy adinerados, una joven que se cree casamentera o dos hermanas engañadas por quienes creen amar. Esto es Austen y el tipo de literatura que me gusta leer, lo que no quiere decir que no pueda tolerar un poco de tragedia; no obstante no entiendo cómo un autor puede vulnerar de tal manera a sus hijos, que, a mi parecer, son los personajes de su obra. Claro que la vida real está llena de dramas, tragedias y desgracias, pero Jamie, Diana Gabaldon, es tu hijo, ¿por qué hacerlo sufrir de esa manera tan cruel y vil?
Bien, lo que me empujó a leer Outlander -no pensaba, en principio, leer esta novela- fue esa desgraciada interrupción de seis meses de la serie que inició recientemente en Starz. La serie es una adaptación de los libros de Diana Gabaldon y está protagonizada por Caitriona Balfe y Sam Heughan. La adaptación es impecable realmente, me tiene tan enganchada que no pude esperar y tuve la necesidad de comprar la versión Kindle del libro y ponerme al día de cómo terminará esta temporada antes de que regrese en marzo del 2015.
Lo que encontré fue agridulce.
No me malentienda, lector, la novela es especial (y probablemente única), no todos los días una mujer viaja doscientos años en el tiempo para conocer al amor de su vida. No obstante, después de lo que sucede a Jamie, el héroe de este evento, que no tuve la suficiente valentía y estómago para leer completamente lo que él necesitaba narrar a Claire, dificulto que continúe con la saga, aunque sí con la serie que me tiene tan emocionada, especialmente después de ese episodio, "La Boda".
Claire Randall está en Inverness, Escocia, disfrutando de una segunda luna de miel con su esposo Frank Randall, quien está obsesionado con estudiar el árbol genealógico de su pasado en la medida que disfruta con Claire de los personajes del pueblo, sus tradiciones y supersticiones, del paisaje y los alrededores. Una de estas excursiones dirige a Claire (sola) a Craigh na Dun, un lugar en el que se encuentran unas piedras verticales, comparadas en el libro con Stone Edge. Ella relata que su paso a través del tiempo se asemeja al choque de un accidente automovilístico. Sin explicarse cómo, sin poder despedirse de Frank ni solicitar ayuda, Claire despierta doscientos años atrás, en una Escocia difícil y hostil.
No puedo asegurar que me gustó la novela ni tampoco exclamar que me disgustó, excepto por algunos asuntos relacionados con Jamie Fraser, pero lo que sí puedo establecer es que amé a este guerrero fuera de lo ordinario, educado y tierno, su inocencia e inteligencia desarman a la lectora tanto como a Claire Beauchamp, quien termina enamorándose de Jamie después de verse empujada a casarse con él, prevaleciendo este creciente afecto sobre quien se suponía era su legítimo esposo, doscientos años adelante, Frank.
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