domingo, 30 de diciembre de 2012

Otras Películas que vi en 2.012



Algunas veces las películas que no son estrenos del año en curso superan al cine del año. Así, hay otras películas que vi en 2.012, que son, casi todas, de 2.011, y que me gustaron mucho más que las del período que está por terminar. 

One Day
Si tuviera que escoger un número uno de estas películas, ésta sería One Day.
One Day me mantuvo inquieta por varios días después que la vi porque me  sentí identificada con la nostalgia de sus personajes y no me podía recuperar del destino que tuvo su amor.
Basada en el libro de David Nicholls, One Day trata la relación a través de los años de Emma y Dexter. La relación de Emma y Dexter inicia como un amor platónico que es suspendido porque prefieren ser amigos antes que otra cosa, pero esta amistad se confunde con el tiempo.

Like Crazy
Más tarde en el año pude ver Like Crazy, película independiente que tiene las actuaciones de Felicity Jones y Anton Yelchin, también al estilo nostálgico de One Day y con final infeliz diferente; trata el romance entre Anna y Jacob. Anna es una joven inglesa que estudia en Estados Unidos, donde conoce a Jacob, que por una ligereza se queda en Estados Unidos, por amor, a sabiendas que su visa estaba por expirar. A la sazón, la historia trata las vicisitudes de los jóvenes para superar la extradición de la muchacha.

Warrior
Comenzando por que sus protagonistas son Tom Hardy y Joel Edgerton, Warrior, que no es el estilo de películas que suelo ver, me gustó por el dramatismo de las actuaciones de sus protagonistas y el argumento familiar en el que se desarrolla.
Dos hermanos separados, Brendan y Tommy, se reencuentran cuando, por necesidades económicas, ambos se enfrentan en la final del concurso Sparta, que mezcla la pelea clásica con las artes marciales.

Hysteria
Hysteria fue una delicia. Me encantó esta película inglesa protagonizada por Maggie Gyllenhaal y Hugh Dancy, que trata, muy simpática y románticamente, la creación del primer consolador, que, a su vez, pasó a sustituir las prácticas para controlar la “histeria femenina” de finales del siglo XIX.

Sixteen Candles
Había escuchado mucho hablar de Sixteen Candles pero, hasta esta Navidad, no la había visto todavía. Y me encantó.
Sixteen Candles es una película del año 1.984, escrita y dirigida por John Hughes y protagonizada por Molly Ringwald y Michale Schoeffling, que trata las inseguridades de una joven de dieciséis años.
Sam cumple dieciséis años en la víspera del matrimonio de su hermana, lo que hace que sus padres, y demás familiares, olviden la fecha. En la escuela, debe superar que el chico que le gusta, Jake Ryan, sea novio de la muchacha más popular.


Las Novelas que Leí en 2.012



Cada año intento entretenerme, además de viendo muchas películas, leyendo algunas novelas. Casi nunca leo tantas novelas como me propongo pero hago el intento. Así que aquí está el recuento de libros que leí en 2.012.

Austenland
Una de las novelas que me intrigaba leer porque estaba relacionada con Austen y porque sabía que Stephenie Meyer, la autora de Twilight, tenía sus manos en la preparación de la película de este libro, es Austenland, de la autora estadounidense Shannon Hale. Sin embargo, a pesar que pude encontrar buenos elementos Austen en la obra, no fue suficiente. Creo que fue una novela muy fantasiosa y pienso que pudo haber sido un poco mejor. Aun así espero ver la adaptación al cine.
El amor entre Darcy y Elizabeth Bennet cobra vida en Austenland cuando Jane Hayes, una joven fantasiosa, enamorada de la interpretación de Darcy, de Colin Firth, en la serie Orgullo y Prejuicio de la BBC, es favorecida por la buena voluntad de una tía lejana, quien le lega en su testamento no una fortuna sino unas peculiares vacaciones; en Inglaterra existe algo así como un parque temático, Pembrook Park, en el que las Austenitas reviven, se visten, actúan y disfrutan de los bailes, tertulias y reuniones del mundo de las novelas de Jane Austen. Allí, Jane cobrará vida, un poco, como Lizzy Bennet y será objeto de las confusiones e intrigas propias de las novelas de Austen. Por supuesto también habrá una buena recompensa cuando Jane se encuentre con la versión temática de Mr Darcy.

The Lonely Hearts Club
En un paseo por la capital encontré un pequeño libro llamado El Club de los Corazones Solitarios, de la autora estadounidense Elizabeth Eulberg. El libro llamó mi atención debido a que en la tapa trasera tenía una cita de Stephenie Meyer, en la que recomendaba su lectura. Entonces me entusiasmé a comprarlo. Y me encantó.
Penny Lane, sí todo el libro es muy a los Beatles, una jovencita de dieciséis años, debido a una decepción amorosa –esto me causa gracia– proclama que no volverá a enamorarse. En su despecho, mientras escucha las canciones de los Beattles, como una luz divina, funda el Club de los Corazones Solitarios, inspirado en la canción del grupo. Con la creación del club, Penny Lane revoluciona McKinley High y cada una de las chicas de la escuela quieren formar parte de su club. Por supuesto, la promesa de no relacionarse sentimentalmente con los chicos se rompe para Penny Lane cuando su amistad con Ryan cambia.

Como Agua Para Chocolate
Hasta medio año, Como Agua Para Chocolate, de la autora mexicana Laura Esquivel, había sido mi descubrimiento.
Entre cebollas, especias y recetas de cocina, Tita es criada, afectada y fascinada por todos estos elementos; el destino de Tita, sin embargo, está determinado desde su nacimiento, al ser la menor de las hermanas tiene prohibido el matrimonio pues es la tradición familiar de la hija menor cuidar a la madre hasta su fallecimiento. Pero como todas las prohibiciones, lo no permitido es siempre lo más atrayente, Tita se enamora de Pedro. Cuando Pedro acude a solicitar su mano, “mami” le informa la norma familiar, a la sazón, éste, para poder vivir cerca de Tita, observa, como único recurso, pedir la mano de la hermana casadera, Rosaura.




Persuasión
Como expuse, hasta Como Agua Para Chocolate, la novela de Laura Esquivel había sido mi número uno del año; entonces retomé mi nueva tradición, iniciada el año pasado: Austen para Navidad, y empecé a releer Persuasión, la última novela escrita por Jane Austen.
Anne Elliot no había conocido otro amor que el de Frederick Wentworth, pero siendo muy joven se dejó persuadir por su gran amiga Lady Russell, en el alegato de un matrimonio poco conveniente, y el romance fue interrumpido. Ocho años después, los amantes se reencuentran. Anne es una joven de veintiocho años cuya gracia ha perdido y Wentworth regresa a su círculo, convertido en un exitoso capitán de la marina, tan atractivo como en la juventud y con el añadido de ser un hombre adinerado.




All I Want For Christmas is You
Luego de culminada Persuasión, mi energía por continuar leyendo algo romántico, justo en Navidad, se hizo posible gracias a mi Kindle. Kindle se ha vuelto una de las herramientas más fantásticas, para mí, para acceder a novelas a las que normalmente no tendría acceso, como por ejemplo, All I Want for Christmas is You, de la autora Lisa Mondello.
Kristen Alexander tiene un peculiar deseo, un padre para Navidad.
Cerca de tres semanas antes de Navidad, Lauren Alexander va al centro comercial con su pequeña hija de seis años, Krissy, para realizar algunas compras de Navidad. Como es costumbre en los centros comerciales durante esta fecha del año, Santa Claus asiste a estos lugares para escuchar los deseos de los pequeños; es así como Krissy se sienta en su regazo con este particular requerimiento, su madre está siempre trabajando y muy ocupada, por lo que ella renuncia a cualquier juguete si Santa le ayuda a tener un “papi” para Navidad.
El gancho de esta historia es que Kyle Preston es el joven apuesto y rico detrás del disfraz de Santa Claus, un muchacho de treinta y tantos años, de buen corazón, que siente, se podría decir, amor a primera vista por Lauren y que, debido al requerimiento de Kristen, el servir a su madre se convierte, de alguna manera, en su deseo propio para Navidad.
All I Want for Christmas is You es una novela romántica, especial y quieres continuar leyendo hasta terminarla, especialmente (en mi caso) porque quieres saber más de Kyle, que es un protagonista atractivo y apasionado. Tiene la ventaja de ser muy corta y la considero precisa para el Lifetime cannel. A pesar de todo lo fantasiosa que puede ser, en mi opinión, fue una agradable lectura para Navidad.

viernes, 28 de diciembre de 2012

Persuasión (Resumen e Impresiones. Capítulos XI - XX)



En el capítulo XI se lleva a cabo uno de los momentos más importantes para el desarrollo de la novela Persuasión, de Jane Austen, se propone la visita a Lyme. El paseo a Lyme es relevante en el progreso de la novela porque de los hechos sucedidos acá dependerán los sentimientos del capitán y de Anne en el futuro.
El paseo a Lyme responde de la ausencia que había tenido el capitán Wentworth del círculo de amigos debido a una carta que había recibido del capitán Harville, amigo suyo, en la que le informaba que estaría estableciéndose, por el invierno, con su familia en Lyme. La corta visita del capitán y las vivencias que del paseo relató, motivó la excitación general del grupo por conocer Lyme.
Deciden visitar Lyme por día y medio, pero lo que esta, en principio, corta visita contempla será mucho más. El capitán Harville y esposa albergan, además de sus hijos, al capitán Benwick. El capitán Benwick había estado comprometido con Fanny, la hermana del capitán Harville, pero ésta había fallecido recientemente por lo que Benwick se presentaba muy ensimismado, retraído y adolorido.

El capitán Wentworth creía imposible que un hombre pudiera amar más a una mujer de lo que amó el pobre Benwick a Fanny Harville, o alguien que hubiera sido más profundamente afectado por la terrible realidad.

Pronto Anne encuentra en Benwick afinidad, esa lúgubre apariencia de Benwick le atrae en una forma fraternal, y a través del intercambio de conocimientos literarios se aproximan, Lord Byron y Mr Scott eran tema de conversación para ambos.

Y sin embargo -pensó Anne mientras iban al encuentro del grupo- no creo que sufra más que yo.

Mientras tanto continúan los coqueteos indefinidos del capitán Wentworth ya no con Henrietta sino con Louisa. Para Henrietta se determina, en el capítulo X de la obra, su afecto y preferencia por Charles Hayter, primo de la familia Musgrove, aprobado por Charles Musgrove pero desaprobado por Maria, quien lo consideraba de inferior cuna, pero de quien Henrrietta, no obstante, estaba prendada.

El drama, en esta parte del libro, sucede cuando en un paseo por Cobb, en Lyme, Louisa, estúpidamente cae de un risco y permanece inconsciente por varios días.

todos estu­vieron contentos de pasar rápida y quietamente bajo el escarpado risco, todos menos Luisa. Debió ser ayudada a saltar allí por el capitán Wentworth.
 


De aquí que el capitán Wentworth se sintiera culpable del estado inconsciente de Louisa. Anne, la única capaz de guardar la calma en mitad de la adversidad, resuelve enviar a alguien por un cirujano, este alguien resulta Benwick, mientras el capitán y los demás trasladan a la muchacha hasta la casa de los Harville. Se resuelve también que Louisa no puede regresar a casa en su estado, que mientras se recupera debe presentarse Henrietta, quien también había colapsado al ver a su hermana inconsciente y a cuyos cuidos Anne se dedicara. El capitán propone que Anne, voluntariosa e inteligente, se quede en Lyme para cuidar a Louisa pero Maria se ofende pues cuidar a Louisa, en falta de su propia hermana, le corresponde a ella y no a Anne. Entonces esa noche regresan a Uppercross, Henrietta, Anne y el capitán Wentworth pues éste quería, él mismo, participar lo sucedido a los padres de la joven.
En este punto de la novela parecen indiscutibles los sentimientos del capitán Wentworth por Louisa Musgrove, Anne, observando este afecto se siente nostálgica de no haber podido dar los cuidados que merecía Louisa en solicitud del capitán, Anne deseaba que Wentworth sintiera que ella era su amiga, siendo éste uno de los aspectos más solícitos y compasivos de Anne.

Anne jamás se había sometido de más mala gana a los celos y malos juicios de María, pero así debía hacerse.

Finalmente Anne se traslada a Bath, para este momento Louisa está de mejor salud, los Musgrove regresaron a Uppercross y el capitán Wentworth se había ausentado por diez días de Lyme. Algo que agobiaba a Anne en Bath era la continua residencia de Mrs Clay, amiga de Elizabeth. Mrs Clay era una mujer joven que, aunque no bien parecida, tenía todas las características de una cazafortunas, y esta Mrs Clay estaba perpetuada en la residencia de los Elliot, en Bath, desde el mes de septiembre, cuando el padre y la hija se habían instalado en la nueva residencia.
Durante su estadía en Bath, Anne había tropezado con un hombre fino, agradable y de buenos modales, que se había fijado en ella y del que se especulaba era Mr Elliot, su primo y heredero de Kellynch Hall. Como en otras novelas de Austen, sus protagonistas femeninas se ven en aprietos debido a la carencia de una figura masculina dentro del seno familiar; al no existir hermanos, la herencia de las propiedades es intransferible a las herederas y deben suceder al familiar hombre más cercano; en el caso de los Elliot, William Elliot era el heredero legal de Kellynch, quien también heredaría el título de barón de Sir Walter Elliot. Por esta razón, Sir Walter había tratado de unirle a Elizabeth en años anteriores, pero las esperanzas y relaciones de los Elliot con el joven se vieron interrumpidas cuando Mr Elliot se unió a otra joven adinerada de sociedad. Sin embargo ahora Mr Elliot era viudo. Desde Lyme se trasladó a Londres, luego a Bath, había reestablecido las relaciones con su tío y constantemente visitaba Candem Place, la residencia de los Elliot en Bath. Curiosamente, Mr Elliot es el único hombre, además del capitán Wentworth, por el que Anne se siente ligeramente inclinada.
La intriga sobre el estado de los sentimientos del capitán Wentworth y Louisa adquieren un nuevo giro cuando por una carta de Maria, Anne se entera que Louisa y el capitán Benwick se enamoraron durante la recuperación de ella en casa de los Harville en Lyme. Anne se sintió sorprendida como es de suponerse pero también emocionada, aunque hubiera parecido un sentimiento mezquino de acuerdo al afecto que suponía sentía el capitán Wentworth por Louisa.

Se podía concluir que si la mujer que había sido sensible a los méritos del capitán Wentworth podía preferir a otro hombre, nada debía ya sor­prender en el asunto. Y si el capitán Wentworth no había perdido por ello un amigo, nada había que lamentar. No, no era dolor lo que Ana sentía en el fondo de su corazón, a pesar de ella misma, y coloreaba sus mejillas el pensar que el capitán Wentworth seguía libre. Se avergonzaba de escu­driñar sus sentimientos. ¡Parecían ser de una gran­de e insensata alegría!

Finalmente, con esta noticia, el capitán Wentworth viaja a Bath. Si me toca escoger una parte favorita del libro sería ésta. Me encanta cuando el capitán viaja a Bath para buscar y resolver las cosas con Anne. Me encanta también que no sea sencillo para él reconciliarse con ella porque me indigna cuando al inicio del libro, él, aunque siempre teniendo detalles con ella, la pone ya no en segundo sino en último plano. Sin embargo se debe comprender que solo se trata del orgullo herido de un hombre enamorado.
Anne y el capitán se encuentran fortuitamente por primera vez en Bath. Anne estaba acompañada de su hermana, Mr Elliot y la señora Clay, en una tarde lluviosa, cuando se tropieza con él.

Se sintió visiblemente turbado y confundido al verla, mucho más de lo que ella observara en otras ocasiones. Se sonrojó de arriba abajo. Por primera vez desde que habían vuelto a encontrar­se, se sintió más dueña de sí misma que él. Es verdad que tenía la ventaja de haberlo visto antes. Todos los poderosos, ciegos, azorados efectos de una gran sorpresa pudieron notarse en él. ¡Pero ella también sufría! Los sentimientos de Ana eran de agitación, dolor, placer..., algo entre dicha y desesperación.

En un gesto de completa cortesía romántica, debido a que Anne regresaría a casa bajo la lluvia, el capitán Wentworth le presta su paraguas. Continuando con el conteo de momentos favoritos de esta novela, si tuviera que escoger el momento de este libro, sería la noche del concierto cuando Anne se acerca para hablar con él.

Después de hablar del tiempo, de Bath y del concierto, su conversación comenzó a languide­cer, y tan poco podían ya decirse, que ella espera­ba que él se fuera de un momento a otro. Pero no lo hacía; parecía no tener prisa en dejarla

Durante la conversación, el capitán expone sus sentimientos sobre el compromiso de Benwick y Louisa, los cuales no son nada rencorosos.

Confieso creer que hay cierta disparidad, me­jor dicho una gran disparidad, y en algo que es más esencial que el carácter. Considero a Louisa Musgrove una joven agradable, dulce y nada ton­ta, pero Benwick es mucho más. Es un hombre inteligente, instruido, y confieso que me sorpren­dió un poco que se enamorase de ella. Si éste fue efecto de la gratitud; que él la haya amado porque creyó ser preferido por ella, es otra cosa muy distinta. Pero no tengo razón para imaginar nada. Parece, por el contrario, haber sido un sentimiento genuino y espontáneo de parte de él, y esto me sorprende. ¡Un hombre como él y en la situación en que se encontraba! ¡Con el corazón herido, casi hecho pedazos! Fanny Har­ville era una mujer superior, y el amor que por ella sentía era verdadero amor. ¡Un hombre no puede olvidar el amor de una mujer así! No debe... no puede.

Con esta última aseveración, básicamente le expone a Anne sus sentimientos. Nunca habría podido enamorarse de Louisa Musgrove porque antes la había amado a ella, una mujer superior.

Anne no vio nada, no pensó nada del lujo del salón; su felicidad era interior. Sus ojos refulgían y sus mejillas estaban animadas, pero ella no lo sabía. Pensaba solamente en la última media hora y mientras ocupaban sus asientos, en su pensa­miento repasaba los detalles. La elección del tema de conversación, sus expresiones, y más aún sus gestos y su fisonomía eran algo que ella podía ver sólo de una manera. Su opinión acerca de la inferioridad de Luisa Musgrove, opinión que pa­recía haber dado con gusto, su asombro ante los sentimientos del capitán Benwick, los sentimien­tos de éste por su primer y fuerte amor -las frases dejadas sin terminar-, su mirada algo es­quiva, y más de una rápida y furtiva mirada, todo aquello hablaba de que al fin volvía a ella; el enfado, el resentimiento, el deseo de evitar su compañía habían desaparecido. Y sus sentimien­tos no eran simplemente amistosos; tenían la ter­nura del pasado; sí, algo había en ellos de la antigua ternura. El cambio no podía significar otra cosa. Debía amarla.


Citas memorables:
¡Un hombre no puede olvidar el amor de una mujer así! No debe... no puede. –El capitán Wentworth.

Persuasión (Resumen e Impresiones)



Todo el año me había contenido para leer Persuasión; leer a Austen en Navidad es una nueva tradición mía. El año pasado leí Orgullo y Prejuicio y tuve el tiempo de mi vida; este año, con Persuasión, ha sido igual.
Persuasión (ésta es la segunda vez que leo Persuasión) narra el reencuentro del romance entre Anne Elliot y el capitán Frederick Wentworth, pero esto no es algo que sabemos desde que iniciamos la lectura.

El señor de Kellynch Hall en Somersetshire, Sir Walter Elliot, era un hombre que no hallaba entre­tención en la lectura salvo que se tratase de la Crónica de los baronets.

La historia avanza con un resumen de lo que ha sido la familia Elliot desde la pérdida de Lady Elliot. Elizabeth, la hija mayor, es tan pretensiosa y vanidosa como su padre; éste ensalza a sus conocidos por la belleza física y desdeña a aquéllos que carezcan de ella; es por esto que Elizabeth es su consentida y no Anne, su segunda hija, la más sensible y centrada de las tres, pero Anne, a sus veintisiete años ha perdido, aparentemente, la gracia de la que era ejemplo a los veinte. Su última hija, y única que está casada, Maria, es también caprichosa y vanidosa; sin embargo es la más apegada a Anne, quien será la heroína de esta novela.

Capítulos I al X
La situación financiera en Kellynch Hall, residencia de los Elliot, no está solvente debido a los excesos de Sir Walter Elliot y su primogénita, la vanidad les ha llevado a sobrepasarse en gastos y han debido considerar medidas drásticas aunque sin sacrificar los excesos a los que están acostumbrados. La consulta sobre la precaria situación económica que atravesaban es formulada a Lady Russell, viuda, vecina y vieja amiga de la familia; Lady Russell escucha cada propuesta ponderando la proposición de Anne, su Elliot favorita, que consistía en reducir el nivel de vida que llevaban.

Todos los cambios que Anne proponía iban destinados a hacer preva­lecer el honor por encima de la vanidad.

Pero la propuesta de Anne, extendida a través de Lady Russell, fue declinada.

¡Suprimir de golpe y porrazo todas las comodidades de la vida! ¡Viajes, Londres, cria­dos, caballos, comida, limitaciones por todas par­tes! ¡Dejar de vivir con la decencia que se permi­ten hasta los caballeros particulares! No, antes abandonar Kellynch Hall de una vez que reducirlo a tan humilde estado.

Es así como se define rentar las instalaciones de Kellynch Hall para trasladarse a Bath, un lugar donde tendrían un estilo de vida más modesto sin sacrificar todo lo demás. Pero para Anne, dejar Kellynch para trasladarse a Bath significaba una gran aflicción. Anne no encuentra nada especial en Bath y le costará hacer tal cambio. Sentía aversión por Bath porque se había residenciado allí durante tres años en la melancolía y la tristeza que le había provocado la pérdida de su madre.

No le gustaba Bath y creía que no le sentaría; pero en Bath se fijó su domicilio.

Una vez que se dispuso la nueva residencia se procedió a escoger la fecha para la mudanza y a poner en renta Kellynch Hall. Sir Walter Elliot no se inclinaba por ningún inquilino en particular pero Anne y Mr Shepherd, el administrador de Sir Walter, le persuadieron de que un oficial de la marina sería un candidato ideal para rentar Kellynch. Es así como aparecen los Croft, un matrimonio conformado por un almirante de la marina y su esposa. Pero resulta que cuando el señor Shepherd expone las características de los Croft, sale a relucir un nombre conocido por Anne, Wentworth, la señora Croft era hermana de este caballero que había vivido años atrás en Monkford, aunque hubiera habido una confusión y no se tratase del párroco de Monkford, también hermano de la señora Croft sino el mismísimo Capitán Wentworth, antiguo enamorado de Anne.

En aquel tiempo era un joven muy apuesto, de inteligencia destacada, ingenioso y brillante. Anne era una muchacha muy bonita, gentil, modesta, delicada y sensible. Con la mitad de los atractivos que poseía cada uno por su lado había bastante para que él no tuviese que esforzarse para con­quistarla y para que ella difícilmente pudiese amar a alguien más. Pero la coincidencia de tan genero­sas circunstancias había de dar frutos. Poco a poco fueron conociéndose y se enamoraron el uno del otro rápida y profundamente. ¿Cuál de los dos vio más perfecciones en el otro?, ¿cuál de los dos fue más feliz: ella, al escuchar su declaración y sus proposiciones, o él, cuando ella las aceptó?

Lo penoso de esta historia es que debido a la desaprobación del padre de ella para comprometerse con un joven sin cuna, sumado a la interferencia de la apreciada amiga de su madre, Lady Russell, Anne interrumpe el noviazgo a pesar de que le amaba profundamente. Suponemos que debido a esta circunstancia, Wentworth regresa a la escena convertido en Capitán y, como añadido, con una fortuna importante.

Semejante oposición y los sentimientos que provocaba superaban las fuerzas de Anne; con su juventud y su gentileza todavía hubiese podido hacer frente a la malquerencia de su padre; pero la firme opinión y las dulces maneras de Lady Russell, a la que siempre había querido y obede­cido, no podían asediarla siempre en vano. Se convenció de que aquel noviazgo era una cosa disparatada, indiscreta, impropia, que difícilmente podría dar buen resultado y que no convenía. Pero al romper el compromiso no actuó sólo in­ducida por una egoísta cautela. Si no hubiera creí­do que lo hacía en bien de Wentworth más que en el suyo propio, no sin dificultad habría podido despedirlo. Se imaginó que su prudencia y renun­ciación redundaban sobre todo en beneficio del capitán, y éste fue su mayor consuelo en medio del dolor de aquella ruptura definitiva.

Resuelto el alquiler de Kellynch, padre e hija visitan Bath para escoger su nueva residencia. Anne se ve beneficiada por la suerte pues, ella, no queriendo dejar Kellynch tan pronto, es, primero, invitada por Lady Russell a quedarse con ella hasta después de la Navidad; sin embargo esa suerte de Anne cambia todavía un poco más cuando Maria Musgrove, su hermana menor, la solicita para que le haga compañía en Uppercross. 
La primera vez que Anne se tropieza con el capitán Wentworth resulta muy incómoda; el chico mayor de Maria tuvo una mala caída el mismo día que Wentworth se había dirigido a Uppercross para devolver la visita que hiciera Mr Musgrove, el suegro de Maria, a los Croft. En este momento el reencuentro no sucede y Anne se ve liberada de tal incomodidad pero pronto sucedería cuando el capitán Wentworth visita la casa para saber de Maria y el niño.

Los ojos de Anne se encontraron a me­dias con los del capitán Wentworth, y se hicieron una inclinación y un saludo.

Anne es, para mí, el mejor personaje femenino de Austen. Ella, aunque aún ama al capitán Wentworth actúa de una manera tan sutil, dulce, tímida, sumisa e inteligente, que acepta, sin actuar de ninguna manera impulsiva o rencorosa, el coqueteo de Wentworth con Henrietta y Louisa Musgrove, cuñadas de Maria, quienes están a la expectativa de conquistarlo. Me encanta esta cautela de Anne, Anne no se sobreexpone ni delata, en ningún momento, el sufrimiento del que es presa; ver constantemente al hombre del que está enamorada coquetear no con una sino con dos muchachas en el esplendor de la juventud, esplendor que, Jane pretende hacer creer al lector, no posee. En mi opinión la belleza de Anne trasciende a la apariencia física, y el capitán Wentworth está muy consciente de ambas bellezas de Anne, la física y la espiritual, pero se sabe atraído por las nuevas amistades y utiliza este recurso para inquietarla.
No se sabe mucho de los sentimientos del capitán por Anne, se percibe la tensión entre ambos pero son pocos los detalles que Jane exterioriza sobre el afecto o desafecto que pueda sentir por ella. Sin embargo, en el capítulo X, una ligera curiosidad lo expone cuando, mientras paseaba con Louisa en los caminos de Winthrop, ésta le revela que Charles, el esposo de Maria, se había interesado por Anne y que Anne le había rechazado.

-¿Cuándo ocurrió esto?

-No podría decirlo con exactitud, porque Henrrietta y yo estábamos por entonces en el colegio. Creo que un año antes de que se casara con Maria. Hubiera deseado que Anne aceptara. A to­dos nos gustaba ella muchísimo más, y papá y mamá siempre han creído que todo fue obra de su gran amiga Lady Russell. Ellos creen que Carlos no era lo suficientemente cultivado para conquis­tar a Lady Russell, y que, por consiguiente, ésta persuadió a Anne de rechazarlo.

En este capítulo X, Jane comienza a presentarle al lector pequeños detalles adorables sobre el capitán Wentworth y nos permite conocer las introspecciones a través de Anne. En el paseo a Winthrop, Anne es sorprendida cuando el capitán Wentworth, observando su agotamiento, solicita a los tíos Croft que la trasladen a Uppercross en su carruaje.

Se sintió muy afectada al comprobar la disposición de ánimo que abrigaba hacia ella y que todos estos deta­lles ponían de manifiesto. Esta pequeña circuns­tancia parecía el corolario de todo lo que había ocurrido antes. Ella lo entendía. No podía perdo­narla, pero no podía ser descorazonado hacia ella. Pese a condenarla en el pasado, recordán­dolo con justo y gran resentimiento, a pesar de no importarle nada de ella y de comenzar a interesarse por otra, no podía verla sufrir sin el deseo inmediato de darle alivio. Era el resto de los antiguos sentimientos; un impulso de pura e inconsciente amistad; una prueba de su corazón amable y cariñoso, y ella no podía contemplar todo esto sin sentimientos confusos, mezcla de placer y dolor, sin poder decir cuál de los dos prevalecía.