viernes, 23 de septiembre de 2011

Bridesmaids


Todavía no decido si me gustó o no Bridesmaids.
 Alerta: si todavía no has visto esta película, y estás interesado en verla, no sigas leyendo este artículo.

Debido a todo lo bien que le fue en la taquilla estadounidense, que es un guión de Kristen Wiig, que tiene un reparto femenino excelente, me esperaba muchísimo más de Bridesmaids. Yo sabía que esta película No se trataba de una comedia romántica sino de una comedia femenina de situaciones, en el medio del caos de una boda, pero, en general, esas situaciones me parecieron muy exageradas y poco graciosas.
Annie y Lillian son mejores amigas, Annie (Kristen Wiig) tiene una vida patética, su trabajo es inestable, tiene dos compañeros de apartamento que son grotescos (rayan en lo vulgar), desagradables y nada graciosos, y Lillian (Maya Rudolph) es todo lo contrario, es centrada, tiene un trabajo estable y, como añadido, acaba de comprometerse. Annie es escogida como la Madrina de la boda de Lillian, pero sus problemas financieros la limitan en la planificación de todos los preparativos acostumbrados en los matrimonios estadounidenses: la fiesta de compromiso, la despedida de soltera, el vestido de novia, etc.; es entonces cuando aparece Helen (Rose Byrne), esposa del jefe de Dougie, el prometido de Lillian, Rose es elegante y rica, y es, adicionalmente, la nueva favorita de Lillian porque es tan sofisticada y glamorosa que sus gustos, intereses y sugerencias empiezan a imponerse sobre los de Annie, lo que traerá tensión y problemas a la Madrina con el resto de las Bridesmaids.
Si no hubiera sido por que algunas escenas fueron muy exageradas, como cuando Annie pierde la cordura en el almuerzo parisino de Lillian, la historia me hubiera parecido más adecuada. Por otro lado, hay excelentes actuaciones en la película, Melissa McCarthy, Megan, hace un personaje hilarante y diferente a los que acostumbra, es increíble verla tan desarreglada y tan simpática a la vez, y Rose Byrne también es estupenda en su rol de la excéntrica y sofisticada amiga de Lillian, y se roba la película junto a Melissa. Como punto positivo, hay una tierna historia de amor entre el oficial Rhodes y Annie, lo cual, para mí, salva los puntos débiles de la película. Como es de esperarse en una comedia femenina, al final, todo se resuelve entre las mejores amigas.

Sobre Harry Potter


No pensé, en realidad, que encontraría tanta diversión leyendo alguno de los libros de Harry Potter. 
 
Me sentía indecisa por cuál libro leer después de Sensatez y Sensibilidad (de Jane Austen); tomé, así, Harry Potter y la Piedra Filosofal con cierto desánimo y desmotivación, pero esta obra, sin embargo, me ha sorprendido, primero, por su inteligente, fresca y dinámica narrativa, y, segundo, por la creatividad en su argumento, ¡cuánta imaginación tiene J.K. Rowling! Es admirable el dominio que tiene de sus personajes y de la historia, ahora que conozco el final de ésta a través de la última película (Las Reliquias de la Muerte), encuentro ingenioso su desenlace y me pregunto si la autora siempre lo tenía determinado así.
No he culminado aún este libro, que me tiene tan entusiasmada, pero prometo que cuando termine de leerlo realizaré la acostumbrada entrada con todos los detalles posibles; ésta es apenas una invitación para los pocos que como yo no han leído todavía Harry Potter.

viernes, 16 de septiembre de 2011

Sensatez y Sensibilidad


Cuánto me he entretenido leyendo, por segunda vez, la obra que dio a conocer, hace doscientos años, a Jane Austen en el mundo de la literatura, Sensatez y Sensibilidad, la historia de dos hermanas, Elinor y Marianne Dashwood, y los sinsabores del amor no correspondido así como los estándares y cánones prevalecientes en la sociedad inglesa de la época de la regencia.

Hay cierto paralelismo, circunstancias similares, entre las historias de ambas hermanas, Marianne se enamora perdidamente de Willoughby, un joven sin recursos económicos que dependía de la benevolencia de su millonaria prima, mientras Elinor se enamora de Edward, quien dependía enteramente de su madre. Ambas pierden la esperanza en ambos amores cuando la prima Smith deshereda a Willoughby tras el escándalo de que había embarazado a una humilde joven (la hija de Eliza, el amor juvenil del coronel Brandon), y cuando la señora Ferrars desconoce como hijo mayor a Edward al conocer su compromiso con Lucy Steele, una joven de condición humilde.
Sensatez y Sensibilidad trata el momento de cuatro mujeres, una madre, la señora Dashwood, y tres hijas, Elinor, Marianne y Margaret, cuando son desprovistas de todo tipo de comodidades y de la vida que habían venido teniendo debido al fallecimiento del señor Dashwood. En la Inglaterra de aquellos años, las propiedades y los legados eran transferidos por la línea masculina, y la señora Dashwood, no teniendo hijos hombres, es privada, igual que sus hijas, de la propiedad de su marido. Esta propiedad pasa a manos de John Dashwood, el primer hijo del señor Dashwood, de un previo matrimonio, a quien otorga legalmente la posesión de Norland Park, donde había habitado junto a su mujer e hijas, así como una dote con la que espera atienda a sus hermanas, pero la poca bondad que éste podía tener con su familia se ve restringida por la avaricia de Fanny, su esposa. Las mujeres, debido al mal trato, a la incomodidad que se origina de sentirse ajeno en su propia casa, ponen fin a la situación cuando con quinientas libras cada una se marchan a Barton Park, en el condado de Devonshire, con la esperanza de rehacer sus vidas entre gente amena.
Los personajes de Sensatez y Sensibilidad son del estilo que acostumbra Jane en sus novelas, hay una señora chismosa y jocosa, que es la señora Jennings, hay otra que es muy encopetada y antipática, que es Lady Middleton, un hombre divertido y dispuesto, que es Sir Middleton, la figura femenina facultada para decidir el destino de los protagonistas, Mrs Smith y Mrs Ferrars, el personaje que sorprende, Willoughby, y, debo señalar también a Edward Ferrars (por su compromiso secreto con Lucy Steele), las jovencitas envidiosas del conocimiento, la inteligencia y belleza natural de las protagonistas, éstas serían ambas hermanas Steele, el hombre merecedor del afecto de la doncella, el coronel Brandon, y, éste no sería un resumen de Sensatez y Sensibilidad si no señalo la contraposición de los personajes principales reflejadas en la Sensibilidad, Marianne, y la Sensatez, Elinor.
Sensatez y Sesibilidad (Sense and Sensibility) no es exactamente la novela romántica de Jane Austen, me gusta pensar en ella como la novela más real de la autora, así como una obra reflejo del ímpetu de superación de sus protagonistas. Sus personajes sufren cualquier tipo de percances, desde el más irónico hasta el más doloroso (la enfermedad de Marianne), también me gusta resaltar a la señora Dashwood como una de las primeras madres solteras de la literatura, aunque, como la mayoría de los personajes matriarcales de Austen, éste el más suavizado de todos, la madre no goza de grandes opiniones y se deja llevar por los razonamientos de sus hijas, especialmente por la menos madura entre las dos mayores, Marianne.
Para un resumen más detallado de la obra visite las siguientes entradas:

Sensatez y Sensibilidad (Capítulos XLI al L)


Hemos llegado al final de esta obra, restan diez capítulos en los que se resolverán, o no, los contratiempos y desventuras de las hermanas Dashwood, de lo que depende la felicidad de ambas. Veamos.

Sensatez y Sensibilidad (Capítulos XLI al L)
Resumen e Impresiones
Se resolvió, por fin, el retorno de las hermanas Dashwood, aunque éste tardaría unas semanas más, pues viajarían con los Palmer hasta Cleveland, en Somerset, y después a Devonshire, nada las ponía más ansiosas y de mejor humor. En Cleveland, que quedaba a ochenta millas de Barton y a no más de treinta de Combe Magna, Marianne, entristecida como se sentía por el matrimonio de Willoughby, se dedicó día tras día a andar por la alameda de la casa, recorrer sus jardines y los senderos que de alguna manera le guiaban hasta un lugar desde el que se podía ver Combe Magna.
Fue una gran sorpresa, entonces, encontrar que una tenaz lluvia le impedía salir después de la cena. Había confiado en un paseo vespertino al templete griego, y quizá por todo el lugar, y un anochecer nada más que frío o húmedo no la habría disuadido; pero una lluvia densa y persistente ni siquiera a ella podía parecerle un clima seco y agradable para una caminata.
Estos constantes abusos con el inclemente clima desarrollan en la joven Marianne un cuadro infeccioso y pútrido que llevan a los Palmer a abandonar su casa para resguardar la salud de su recién nacida. Los días transcurrieron y la condición de Marianne no mejoraba, así que el coronel Brandon hizo lo que debía hacer, ir en busca de la señora Dashwood, pues se temía que Marianne no pasara la noche. 
Esa noche Elinor recibió una visita inesperada –para mí, la mejor parte de la novela–: Willoughby.
Willoughby, atormentado por la idea de que Marianne podía estar muriendo, recurrió a su hermana para confesarle la verdad de sus sentimientos:
“Nunca fui dueño de una gran fortuna y siempre he sido de gustos caros, siempre me he asociado con gente de ingresos mayores que los míos. Desde mi mayoría de edad, o incluso antes, creo, año tras año han aumentado mis deudas; y aunque la muerte de mí anciana prima, la señora Smith, me liberaría de ellas, dado que se trata de un hecho incierto y posiblemente muy distante, durante algún tiempo había tenido la intención de reconstruir mi situación a través del matrimonio con una mujer de fortuna. Una relación con su hermana no era, por tanto, pensable”.
Así inició su relato; en principio, Willoughby no estaba enamorado de Marianne, sus atenciones con ella fueron solo para estimular su vanidad, después empezó a sentirse verdaderamente atraído por ella, y cuando estuvo a poco de solicitar su mano como esposa, surgió el escándalo de la jovencita embarazada por él, lo que ocasionó que su anciana prima Smith le privara de su herencia y lo obligara a marcharse de Devonshire.
Cuando se encontró con ella en Londres, ya la amaba pero sus exigencias, sus demandas, no le permitieron retomar sus pretensiones con ella puesto que ya estaba comprometido con la señorita Grey, quien era heredera de una buena fortuna que le permitía la consecución de sus planes. Willoughby explicó a Elinor, ahora que sus verdaderos sentimientos habían aflorado para demostrar que no era un desalmado, que la carta que tuvo el descaro de responder a Marianne había sido, toda, obra de su esposa, ésta le había dictado cada palabra, cada frase, lo que explicaba su falta de delicadeza y sentimientos.
Con la seguridad, entonces, de que Marianne había dejado el peligro de su enfermedad y también de que le había perdonado, Willoughby se marcha. Luego llegan el coronel Brandon con la señora Dashwood, y a los pocos días, con Marianne fuera de peligro, todos regresan a Barton.
A los pocos días de reinstalarse en Barton, a la expectativa del retorno del coronel Brandon, el nuevo favorito de la señora Dashwood, reaparece Edward, la familia lo cree casado con Lucy Steele pues éste había sido el reporte de uno de los criados cuando comentó a las señoras que había visto a la nueva, joven, señora Ferrars, en la ciudad. Pero no había sido Edward quien se había casado con Lucy sino Robert, el hermano menor de éste y quien gozaba de todos los privilegios de hermano mayor, quitados a Edward, cuando se supo del compromiso secreto de éste con Lucy. Es en este tipo de situaciones en los que Jane Austen disfruta creando las ironías de sus novelas, hacer que Lucy se casara con Robert, por simple interés, sería una lección para la señora Ferrars y motivo de gracia para el lector.
Como punto final Edward se casa con Elinor y logra el perdón de su madre, y Marianne después de dos años acepta al coronel Brandon.
Marianne nunca pudo amar a medias; y con el tiempo le llegó a entregar todo su corazón a su esposo, como lo había hecho una vez con Willoughby.
Fin.

Crazy, Stupid, Love


Nada como la asistencia inesperada al cine para ver una buena película.

Después que pensaba que la cartelera del cine de la localidad en la que vivo no podía ser peor, me sorprendió que estuviera exhibiendo una de las comedias que esperaba ver este año, aunque me conformaba con esperar el lanzamiento en dvd pues cómo cuesta que coloquen comedias en el cine por acá. Anoche, mi hermana y yo disfrutamos de, probablemente, una de las mejores comedias de esta temporada: Crazy, Stupid, Love (Loco, Estúpido, Amor).
Para empezar debo exponer que a pesar de que tenía conocimiento del argumento de la película, yo pensaba que el romance entre Ryan Gosling (quien se lleva la película, en mi opinión) y Emma Stone sería el centro de la historia, pero no, la pareja protagonista de ésta la conforman Steve Carell y Julianne Moore; acá Carell retoma uno de sus agradables personajes al estilo de Dan in Real Life o The 40 Year Old Virgin (menos ese asunto de la virginidad). La película inicia con el rompimiento del matrimonio Weaver, que trae como consecuencia la recurrencia de Cal (Steve Carell) en bares, solo que con una actitud solitaria, desconsolada y deprimida, lo que llama la atención del soltero, mujeriego, Jacob (Ryan Gosling), quien se vuelve su mentor en el trabajo de conquistar a las señoras. La trama se complica cuando Jacob se enamora de Hannah (Emma Stone), quien resulta ser la hija mayor de Cal.
Crazy, Stupid, Love es una comedia con un twist, un giro, cada tanto tiempo, aunque podría parecer una loca opinión, me recordó, por la diversidad de personajes y de historias entrelazadas que al final convergen en una misma escena, a ésa gran película que es Love Actually, pero mejor, para que no se confunda este comentario, dejémoslo en que es una gran comedia, entretenida y original; tiene un reparto de artistas de renombre, geniales y multifacéticos entre los que destacan: Marisa Tomei, quien hace un hilarante personaje como la maestra del hijo de Cal y una de sus conquistas, y Kevin Bacon.