domingo, 10 de julio de 2011

Sensatez y Sensibilidad (Capítulos XI al XX)

He estado teniendo una encantadora re-lectura de Sensatez y Sensibilidad, de mi autora predilecta, mi querida Jane Austen. La primera vez que leí esta obra pensé que, a pesar de su falta de romance al estilo Orgullo y Prejuicio o Persuasión, es la más rica para el lector en cuanto a la percepción de los sentimientos de sus personajes. Sensatez y Sensibilidad es una novela narrada en tercera persona, como toda la obra de Jane, relatada desde el conocimiento que tiene Elinor Dashwood de esos sentimientos de los demás personajes, Elinor Dashwood representa en el libro la sensatez, la discreción, el autocontrol y la compostura, de tal manera que no puede haber una mejor manera de describir la sensibilidad de cada uno que desde esta óptica.

Sensatez y Sensibilidad (Capítulos XI al XX)
Resumen e Impresiones

La ganancia de Willoughby como nuevo conocido produce la mejor de las impresiones en las Dashwood, su ingreso en la novela podría ser uno de los más simbólicos y románticos de la literatura. Cuando cavilo sobre el primer encuentro entre Marianne y Willoughby, e intento hacer míos los sentimientos de ella por él, puedo comprender por qué tan rápidamente se enamora de éste caballero, pues Willoughby, además de bien parecido, cualidad de la que carecen el Coronel Brandon y Edward Ferrars, es encantador, sabe qué decir, cómo actuar y cómo desenvolverse entre las señoras, su encanto es natural, y, como adición a estas alabanzas, hace objeto de sus atenciones a la joven Dashwood. Su encanto lo vuelve el centro de admiración de las Dashwood, una admiración que era estimulada por las reuniones y compromisos que hicieron posible la intimidad de éste con la familia.
Elinor, representante de la Sensatez en la novela, no aplaudía, sin embargo, a pesar de la intimidad de Willoughby con la familia, el exceso de afecto entre su hermana y el joven debido al escándalo que significaba, la falta de sinceridad de Willoughby hacia la señora Dashwood, en lo referente a la debida declaración de sus sentimientos por Marianne, inquietaba a la señorita Dashwood, especialmente por la sobre exposición del afecto no decretado del caballero a su hermana menor.
Elinor no podía sentirse sorprendida ante el apego entre los jóvenes. Tan sólo deseaba que lo mostraran menos abiertamente, y una o dos veces se atrevió a sugerir a Marianne la conveniencia de un cierto control sobre sí misma. Pero Marianne aborrecía todo disimulo cuando la franqueza no iba a conducir a un mal real; y empeñarse en reprimir sentimientos que no eran en sí mismos censurables le parecía no sólo un esfuerzo innecesario, sino también una lamentable sujeción de la razón a ideas erróneas y ramplonas. Willoughby pensaba lo mismo; y en todo momento, el comportamiento de ambos era una perfecta ilustración de sus opiniones.
Las reuniones continúan y la sobre exposición de Marianne con Willoughby también, Elinor constantemente alertaba a su madre sobre la impropia conducta de su hermana, pero a su madre no le parecía tal cosa.
La señora Dashwood celebraba todos sus sentimientos con una ternura que la privaba de todo deseo de controlar el excesivo despliegue de ellos. Para ella, tal abundancia no era sino la consecuencia natural de un intenso afecto en espíritus jóvenes y apasionados.
En esta segunda lectura hay algunos aspectos que he apreciado de otra manera, no había notado la primera vez que leí Sensatez y Sensibilidad que, probablemente, el verdadero héroe de esta novela no son Willoughby o Ferrars sino el coronel Brandon, y cada vez que leo de él más me gusta. Todo esto viene desde el estudio de los sentimientos que sobre éste reflexiona Elinor.



Tan sólo en el coronel Brandon, entre todos sus nuevos conocidos, encontró Elinor una persona merecedora de algún grado de respeto por sus capacidades, cuya amistad interesara cultivar o que pudiera constituir una compañía placentera.

De hecho, igual que en mi primera lectura de Sensatez y Sensibilidad, repito la inquietud de que los sentimientos de Elinor se trasladen al coronel y viceversa, pero sé que no será. No me explico todavía por qué Jane no tomó este interesante giro en la novela, tal vez porque Sensatez y Sensibilidad es menos romántica que otras de sus novelas y lo que ella pretendía dejar asentado era la ironía de la sobre exposición de los sentimientos de algunas jóvenes cuando no se obtendrá el final del cuento de hadas, pero es solo mi teoría de otras muchas que existen sobre esta novela.
El coronel Brandon  estaba muy interesado en Marianne aunque sabía, por observación, que ésta no era capaz de corresponder su afecto por los vagos prejuicios que la joven siente sobre su edad y la injusta y errada convicción de que un hombre de más de treinta y cinco años era viejo y sin intensidad para vivir o amar, además de que no le parecía atractivo físicamente; de modo que el coronel sufre minuto a minuto el desenfreno de los sentimientos de Marianne por Willoughby.
Una parte importante dentro de estos diez capítulos en estudio sucede en el capítulo XIII cuando la planeada excursión a Whitwell se ve impedida debido a un compromiso ineludible del coronel, impedida porque el coronel Brandon había sido denominado por el dueño del lugar para ser el único protector de la propiedad en su ausencia.
El cotilleo no deja de tejerse con la repentina partida del coronel Brandon, entonces Elinor conoce, por referencia de la peculiar señora Jennings, sobre la posible causa que apremiaba al coronel en la ciudad, la señorita Williams, su hija natural. Y por supuesto, una serie de conjeturas adicionales sobre este súbito evento continua dilucidando la señora Jennings dilucidando para satisfacer su propia curiosidad.
En el capítulo XV sucede lo peor que puede sucederle a una joven enamorada, Willoughby se despide de las Dashwood sin dar mayor explicación sobre los motivos que le enviaban a Londres, apenas explicó que Mrs Smith, su bienhechora, le requería allí. Marianne estaba hecha una pena y no había modo de que confesara nada sobre sus sentimientos o los de su supuesto novio.
Marianne no habría sabido cómo perdonarse si hubiera podido dormir aunque fuera un instante esa primera noche tras la partida de Willoughby. Habría tenido vergüenza de mirar a su familia a la cara la mañana siguiente si no se hubiera levantado de la cama más necesitada de descanso que cuando se acostó.
Elinor solo pensaba que ambos ocultaban su compromiso.
La parte del carácter de Edward que no se había apreciado mientras las Dashwood compartieron con él en Norland se expone cuando éste viene a visitar a la familia a Barton, la semana después de la despedida de Willoughby, sin embargo esta parte de su carácter no refleja aún sus sentimientos por Elinor, siempre actúa de manera reservada, aunque es un tipo sencillo (al contrario de Willoughby), al que se le conoce por sus conversaciones con Marianne.
No debes preguntar demasiado, Marianne; recuerda, no sé nada de lo pintoresco, y te ofenderé con mi ignorancia y falta de gusto si entramos en detalles. ¡Llamaré empinadas a las colinas que debieran ser escarpadas! Superficies inusuales y toscas, a las que debieran ser caprichosas y ásperas; y de los objetos distantes diré que están fuera de la vista, cuando sólo debieran ser difusos a través del suave cristal de la brumosa atmósfera. Tienes que contentarte con el tipo de admiración que honestamente puedo ofrecer. La llamo una muy hermosa región: las colinas son empinadas, los bosques parecen llenos de excelente madera, y el valle se ve confortable y acogedor, con ricos prados y varias pulcras casas de granjeros diseminados aquí y allá. Corresponde exactamente a mi idea de una agradable región campestre, porque une belleza y utilidad... y también diría que es pintoresca, porque tú la admiras; fácilmente puedo creer que está llena de roqueríos y promontorios, musgo gris y zarzales, pero todo eso se pierde conmigo. No sé nada de pintoresquismo.
Es una sorpresa para las Dashwood, expresamente manifiesta en Marianne, quien representa la sensibilidad en la novela, saber que Edward llevaba quince días en Devonshire sin haberlas visitado hasta entonces, su actitud no decía mucho para ser un hombre, supuestamente, enamorado de su hermana. Lamentándolo mucho, a pesar del nuevo conocimiento que se tiene sobre el carácter de Edward es poco lo que se puede conocer de su afecto por Elinor, siempre parece reservado y cauteloso de la exposición de éste, por lo que es difícil comprender la pasión que sienten el uno por el otro, pues en realidad, es poco, o casi inexistente, el contacto entre estos personajes, solo me explico que Jane, al escribir estas historia, intentó reflejar, en el caso de Elinor y Edward, lo bonito que es enamorarse en esencia de otra persona sin que estuviera involucrado todo el cortejo al que usualmente se ven sometidos los enamorados.

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