Recuerdo cuando tenía veintiuno o veintidos años y por primera vez vi la película Rápido y Furioso, estaba impresionada por la introducción de un tema callejero como éste en el cine, me encantó esto de un policía encubierto en el mundo de las carreras de autos clandestinas y, por supuesto, me enamoré de Paul Walker. Desde entonces, se han repetido seis nuevas películas asociadas y The Fast and the Furious se convirtió en una lucrativa franquicia, que luego de la segunda parte yo dejé de seguir.
Este año se estrenó la última versión de Fast and Furious, Furious Seven, esperada por muchas razones, aunque resaltando una muy especial, es la última en la que aparecerá el actor Paul Walker, motivo por el que me animé a verla; y aunque muy poco puedo decir de qué trató, puesto que luego de la segunda parte (2003) dejé de seguir esta franquicia, Furious 7 es una de esas películas de mucha acción que te van llevando aunque no sepas en realidad por qué tantas balas y persecusiones; pero lo cierto es que Vin Diesel y La Roca son dos súper hombres fuera de este mundo y los autos están al nivel de Transformers.
Aunque dejé de seguir las películas de FandF, no dejé de seguir la carrera de Paul, lo recuerdo bien junto a Jessica Alba en Into the Blue, o con Penélope Cruz en Noel; pero su película más bonita (para mí) es aquélla en la que regresa a la Antártica para rescatar a su manada de perros, Flight Below. Furious Seven es su última película, premonitoria, en cierto modo, por las muchas líneas que dice, con las que parece que está despidiéndose, y una por la que siempre será recordado.
Paul Walker (1973-2013)
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