viernes, 6 de julio de 2012

The Lonely Hearts Club - Book


Algunas veces creo que siempre tendré 17 años.

La última vez que viajé a Caracas en avión –me encanta el Aeropuerto Nacional de Maiquetía por sus pequeñas librerías–, me paseé por sus instalaciones buscando qué comprar, y por qué comprar me refería a algún libro. Enfáticamente buscaba la novela Anna Karenina, de Leo Tolstoi,  pero, como es de suponerse, no la vendían (¡qué difícil es comprar estos clásicos en este país!); en su lugar me tropecé con un libro cuyo título es el siguiente: El Club de los Corazones Solitarios – Elizabeht Eulberg, lo vi y su título no me atrajo, pensé que sería algo de autoayuda, no sé por qué, así que lo ignoré. Me di otra vuelta en la misma librería y volví a tomarlo; el libro estaba empapelado, así que no habría manera de saber qué estaba escrito en él, y tampoco anunciaba que se trataba de una novela. Le di la vuelta, el resumen hablaba en primera persona sobre una Penny Lane, una Penny Lane que decretaba que estaba harta de los chicos y que renunciaba a ellos; otra declaración que me llevaba a creer que se trataba de un libro de autoayuda… y no, no estaba dispuesta a ello; entonces leí la siguiente cita en la parte inferior de la contratapa:
Una lectura para todos aquellos que se hayan enamorado alguna vez… o renegado completamente del amor. ¡Un divertido y fantástico debut!
Stephenie Meyer.

Sí, Stephenie Meyer, la mismísima Stephenie Meyer –Crepúsculo – Stephenie Meyer–, recomendaba el libro. Ya sabía que Stephenie Meyer recomendaba libros; lo sabía porque lo había hecho con The Hunger Games... y ahora con éste. Sentí curiosidad. Merodeé otro rato por el aeropuerto, antes del departure, hasta que mi curiosidad pudo más que mis prejuicios; me dirigí a la pequeña tienda y adquirí el libro. Además, no hay mejor distracción para calmar los nervios al viajar en avión que un libro entretenido.  

Conozco la música de Los Beatles porque mi papá siempre ha sido gran admirador del grupo, help, yesterday, Come Together, Penny Lane,  Here Comes the Sun, y mi favorita All you Need is Love –por la película Love Actually–, entre otras, son algunas de las canciones que, recuerdo, escuchaba los sábados familiares en la noche, cuando yo todavía era una niña, y él colocaba sus álbumes favoritos en su tocadiscos; mas yo misma nunca he sido gran admiradora de ellos. No sé por qué. Lo cierto es que muchos de estos recuerdos saltaron a mi memoria mientras leí las referencias sobre las mismas canciones en la novela El Club de los Corazones Solitarios.  

El Club de los Corazones Solitarios (The Lonely Hearts Club) es una novela para Jóvenes Adultos, de los géneros Young Adults y Chick Lit (Literatura para Chicas), escrita por Elizabeth Eulberg, directora de la publicidad global de Stephenie Meyer, que narra las desventuras amorosas de su protagonista, Penny Lane, sí, justamente, como esa canción de Los Beatles, una chica de dieciséis años cuyas desventuras la obligan a decretar que no saldrá con otro chico mientras estudie en la escuela McKinley, bautizando su club, aun cuando ella era la socia única, con el nombre The Lonely Hearts Club (El Club de los Corazones Solitarios); exactamente, como esa canción de los Beattles, Sgt. Pepper´s Lonely Hearts Club Band. Correcto, el libro está lleno de referencias de la famosa agrupación inglesa, y es una delicia para aquellos que aprecien estos clásicos… como si el libro tuviera su propia banda sonora.
Lo cierto es que Penny Lane revoluciona la escuela con su club, desde la chica popular hasta la que no lo es quieren formar parte de éste, que antepone la amistad, los estudios, la esencia femenina y la hermandad a cualquier chico, pues establece como una de las reglas más resaltantes que las socias no pueden tener novio, lo que resulta un cruel inconveniente porque, justamente, Penny, a pesar de decretar que no desea involucrarse con chicos de su escuela, se ve envuelta en una tierna amistad con uno de los muchachos más populares de la escuela.

Me divertí mucho leyendo The Lonely Hearts Club, de alguna manera me pareció que tenía dieciséis años otra vez y que cada capítulo era como ver un episodio de una de esas adictivas series para adolescentes que transmiten en la televisión, bueno, una de esas series para adolescentes pero mucho más inocente. En mi caso soy una adulta joven, no una joven adulta, y aun así disfruto con entusiasmo este tipo de lecturas; sin embargo es precisa para el público adolescente.

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