Nuevamente el mundo Austen está de fiesta puesto que
Mansfield Park está de aniversario, no cualquier aniversario, pero su
doscientos aniversario.
Debido a esta fiesta, este
encantador mundo, al que tengo el privilegio de sentirme integrada, está
releyendo la novela, y, por supuesto, para no quedarme atrás, también me puse
en esta tarea.
El asunto con Mansfield Park es que no es una novela
fácil de leer, no porque tenga un vocabulario incomprensible, sino porque es un
poco más oscura, con elementos escandalosos como no en otra novela Austen, y
sus personajes principales carecen de esa electricidad, esa chispa, que guardan
otros personajes Austen como Elizabeth Bennet y Darcy o Knightley y Emma. Acá,
cuesta un poco sentir esa afinidad entre Fanny y Edmund, probablemente porque en todo momento, la amistad entre los primos -sí, primos-, es más fraternal que de otra índole, aun cuando Fanny tenga otros sentimientos por Edmund; no obstante, todo tiene su
encanto. Hasta Edmund.
Capítulos I, II y III
La historia inicia relatando las
venturas y desventuras de las hermanas Ward. María, la mayor, logra obtener un
buen matrimonio cuando se casa con sir Thomas Bertram, de Mansfield Park; la siguiente Miss Ward hace luego un matrimonio
promedio cuando se casa con el reverendo Norris, amigo de Sir Bertram, quien
luego le otorga el beneficio eclesiástico de Mansfield; pero Fanny, la hermana
menor, no tiene la misma suerte que sus hermanas mayores, Fanny se casa para fastidiar a su familia, con un teniente
sin educación, sin fortuna y sin relaciones que le ayuden a progresar. A esta
unión le continúan una serie de niños a los que es difícil mantener, entre
ellos Fanny Price.
Un día a la señora Norris se le presenta
la genial idea de reconectase con su hermana olvidada Fanny, y hacer algo por
ella; se le ocurre que una manera de ayudarla es solicitarle la custodia de uno
de sus pequeños, siendo Fanny la niña escogida entre los nueve.
¿Qué os parece si, entre todos, tomásemos a nuestro cuidado a la hija mayor, que tiene ahora nueve años, edad que requiere más atención de la que su pobre madre puede dedicarle?
A todo el mundo pareció gustarle la
idea y todos los demás, excepto Mrs Norris, pensó que no teniendo ella hijos
propios, lo más lógico era que fuera ella quien se hiciera cargo de la pequeña,
pero nada más lejos de su imaginación.
Fanny Price tenía entonces diez
años cuando llegó a Mansfield, “era en extremo tímida y esquiva, procuraba
pasar siempre inadvertida”. Comparada con sus primas, Maria y Julia, que, por
su nivel de vida, eran muy cultas, Fanny era ignorante, “nunca había estudiado
francés”, y sólo tenía dos cinturones.
Una de las escenas más tiernas de
esta novela sucede en el capítulo II cuando Fanny, afectada por todos los
acontecimientos recientes, comprensibles en una niña de diez años que es
separada de sus padres y su familia, es intervenida por el menor de sus primos,
Edmund, de diecisiete años, quien, al verla llorando en las escaleras del
ático, intenta consolarla.
Edmund no es el clásico héroe
Austen, o tal vez esté demasiado acostumbrada a Darcy, a Knightley y a
Wentworth, pero Edmund es más pausado, menos misterioso, quizá porque al ser
primo de Fanny deba ser así, ¿qué tantos misterios podría haber entre primos
que han sido educados juntos, que han convivido durante años? Sin embargo, tal
vez porque he estado demasiado predispuesta contra Edmund, he sentido, en esta
segunda lectura de Mansfield Park, que tiene matices que no había detectado
antes; su interés por Fanny es auténtico, aunque demore en reconocerlo. Excepto cuando se empeña en cortejar a Mary Crawford -su perfect match, en mi opinión-, Edmund siempre
trata de hacer lo correcto y es en extremo, pesadamente bonachón, lo que demuestra con ese
detalle de escuchar a su primita, mientras la pobre criatura se siente
miserable al ser rechazada por la mayoría de los miembros de su nueva familia.
A partir de aquel día, Fanny empezó a sentirse más a gusto. Sabía que contaba con un amigo, y las atenciones de su primo Edmund la hacían más animosa ante los demás.
Cuando Fanny tenía quince años y
Mr Norris fallece, todos creen que su viuda la reclamará como compañera pero
esto nunca sucede para la fortuna de Fanny; tía Norris aseguraba que su renta
apenas alcanzaba para atenderse a sí misma y que en la pequeña casa, que ahora
rentaba, no había espacio más que para ella y algún huésped que de vez en
cuando recibiera, con lo que Fanny se queda en Mansfield Park.
Un giro que desencadenará algunas
situaciones importantes, más adelante en la novela de Jane Austen, es la partida del tío Bertram, con su
hijo mayor, a la Antigua, donde tiene negocios. Tom Bertram es un incorregible
que despilfarra el dinero de la familia, no asume responsabilidad de sus acciones
y que es citado por tener malas compañías. La seguridad familiar queda entonces
bajo la supervisión de tía Norris y Edmund.
Citas Destacadas:
"Pero en el mundo no existen
ciertamente tantos hombres de gran fortuna como lindas mujeres que los
merezcan."
No hay comentarios:
Publicar un comentario