Libros / Jane Austen
Sensatez y Sensibilidad no es la novela más romántica de Jane Austen ––aunque he leído por ahí que Austen no escribía romance––, sí es una de sus obras más queridas por de su público. A los que vemos en Jane, además de una dibujante de los problemas femeninos de su sociedad, como una filósofa romántica, no compartimos el porqué de algunos eventos en Sensatez y Sensibilidad como por ejemplo: si Elinor y el Colonel Brandon parecían, en diálogos y entendimiento, perfectos y hechos uno para el otro, ¿por qué no los reunió?, o, ¿qué le veía Elinor a Edward Ferrars? En lo particular uno de mis pasajes predilectos de SyS es cuando Willoughby reaparece confesándole el amor que sí sintió por Marianne a Elinor, que, aunque sabemos que es un canalla, igualmente nos preguntamos ¿por qué prefirió dejarla con el Colonel? ¿Por qué, siendo Marianne tan joven, no optó por dejarla sola, ante la expectativa de enamorarse nuevamente de alguien contemporáneo con ella (sin menospreciar al Colonel que es un sol). Y como estas muchas preguntas, que no restan importancia a esta obra que, en sí, expone como tema principal la injusticia en la desigualdad de género de la época y cómo una madre, viuda, con tres hijas, tiene que continuar la vida, ajustándose a una renta flaca y privaciones por el simple hecho de que las propiedades no podían ser heredadas por la línea femenina.
En Sensatez y Sensibilidad, las edades de Elinor,
Marianne y Margaret están comprendidas entre los 13 y 20 años aproximadamente;
aunque son tres hermanas, la novela nos es narrada en tercera persona desde los
puntos de vista de las dos mayores. Los dilemas románticos se ajustan
perfectamente, que Marianne caiga en cama por depresión amorosa es algo
relacionable pues todas nos hemos sentido miserables y con un corazón roto; y que
Elinor no sepa que hacer con sus sentimientos cuando, a caballo, reaparece
Ferrars es otro evento que todas hemos sentido alguna vez, aunque el príncipe
no venga precisamente a caballo; Marianne representa el corazón, la sensibilidad, y Elinor el pensamiento,
la sensatez.
Divorcio
en Nueva York, de la autora Cathleen Schine, es una adaptación de esta obra de Jane, una comedia acerca de
una madre que de la noche a la mañana se queda sin nada, su marido le solicita
el divorcio más su ostentoso apartamento de Nueva York, que compraron con la
inicial de cinco mil dólares que ella colocó. Betty, respaldada por la beneficencia
de su primo Lou ––ya aquí empiezan a aparecer elementos Austen––, se va a vivir
a su casa de verano de Wesport, en Connecticut, donde sus hijas, que están atravesando sus
propias crisis de mediana edad, van a acompañarla.
El argumento de la novela, como cuando lo leí en la
sinopsis, me pareció divertido, fue por esto que la descargué, pero después de
unas pocas páginas no podía mantenerme concentrada; en oportunidades me pareció
que había exceso de palabras, diálogos innecesarios y párrafos que no venían al
caso, que la novela pudo ser la mitad de lo que es para lograr un mejor
objetivo y enganche con el público. Sé que tengo mis propios problemas con
envejecer, pero, realmente no me identifiqué con ninguna de estas tres mujeres,
aunque me gustara el humor de Betty, la madre; si no recalcaban constantemente
que Annie y Miranda eran cincuentonas, me habría parecido que estaba leyendo
una novela con los problemas, dudas y aflicciones típicas de las jóvenes en sus veinte años, posiblemente porque Una novela tiene una trama, la misma trama de
siempre.
Sensatez y Sensibilidad debería ser ese tipo de novela sea cual sea el tiempo
en el que se sea adaptada. No la hace más divertida que sean personas mayores,
la vuelve, en mi opinión semi deprimente. No obstante, si a algún productor de cine se
le ocurriese, como película, a lo Mamma Mía, estaría genial.
Divorcio en Nueva York, tristemente, es mi primera
fase Incompleta de mi Proyecto Austen. Aunque leí aproximadamente el setenta y cinco por ciento del libro no sentí curiosidad por saber cómo terminaba.
Frases
destacadas
*El amor era una de las razones que daba para no
casarse, la razón prioritaria.
*Una novela tiene una trama, la misma trama de
siempre.
*Las familias son el destino.
*Annie se sentía intensamente viva cuando estaba a
solas, cuando callaba, cuando la rodeaba el silencio.
*A veces miraba los libros en las estanterías de la
biblioteca y sentía con ellos un parentesco lleno, quieto, potente.
*¿Contaba eso alguna vez? ––pensó Betty––. Un corazón
partido es un corazón partido.
*Y qué pesado hablar de envejecer como si fuera
sinónimo de vivir.
Próxima
lectura
Proyecto Austen: Persuasión
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