A finales del año pasado, recién estrenado mi blog, hice un resumen de los libros que había leído en 2.010, entre los que Ifigenia, de Teresa de la Parra, figuraba como mi descubrimiento del año pues no pensaba, cuando empecé a leerlo, que fuera a atraerme tanto y a sentir tanta afinidad con él; este año ha sucedido algo similar con otro libro, de un género completamente diferente, que si tuviera que escoger mi descubrimiento 2.011, en este mismo momento, creo, tendría que ser Harry Potter y la Piedra Filosofal.
Harry Potter y la Piedra Filosofal, de la autora inglesa J.K. Rowling, no es el tipo de libros que acostumbro a leer –si por mí fuera viviría en un eterno mundo romántico–. Mi iniciativa de leer esta obra se remonta a una vez que me encontraba de paseo en un centro comercial de mi ciudad y entré a la librería más completa de la localidad, en ella me tropecé, mientras buscaba algo que leer para obsequiarle a mi ahijadita, que para entonces cumplía ocho años, con el primer libro de la saga de Harry Potter. Recuerdo que en ese momento lo ojeé y pensé que no sería un libro de su agrado, sin embargo, para mi sorpresa, me pareció atrayente a mí, que nunca pensé que me interesaría en uno de los libros más comerciales de la historia de la literatura (aún cuando me considero fanática de la saga Crepúsculo, otro caso extremadamente comercial). Pues bien, en ése entonces no lo compré pero lo dejé pendiente para una próxima visita a la librería, fue mi padre, no obstante, quien me obsequió este maravilloso, entretenido, adictivo y divertido libro.
Aunque he visto todas las películas de la saga Harry Potter, recuerdo que, a pesar que veía cada una con entusiasmo e interés –aunque solo por cultura general–, siempre habían cabos que quedaban sueltos para mí, pues no soy –o era– una de esas fanáticas del joven mago y sus historias, solo soy aficionada al cine, pero esta película tiene tantos detalles que normalmente no los recordaba cuando estrenaba una nueva adaptación; por lo que Harry Potter y la Piedra Filosofal, el libro, me pareció, alguna veces, como si estuviera viendo la primera película, pero otras escenas me fueron tan frescas como si estuviera leyendo un libro totalmente novedoso para mí.
El argumento (y espero no equivocarme)
Harry Potter es un niño huérfano, que vive discriminado en la alacena debajo de la escalera con sus tíos Dursley y su primo Dudley, Potter es un chico listo, reprimido por la precariedad de su situación, sometido al carácter de sus tíos y al de su primo; quiero aclarar, a quienes no han leído esta obra, que Harry Potter y la Piedra Filosofal no es un drama, es una aventura, pues a pesar de lo triste que pudiera parecer vivir en las condiciones de Potter, el chico es tan entusiasta que sus faltas no le agobiaban.
Un día, en la víspera del décimo primer cumpleaños de Harry, llega una excéntrica carta a la casa de los Dusrley,
Señor H. Potter
Alacena Debajo de la Escalera
Privet Drive 4
Little Whinging
Surrey
Los Dursley no permitieron que Harry leyera la carta y para que otra no le fuera enviada lo cambiaron de habitación, al cuarto de juguetes de Dudley, y allí llegó otra carta, y fueron llegando más cartas y más cartas.
El asunto es que Harry estaba invitado a estudiar en Hogwarts, una prestigiosa escuela de hechicería, en la que ya era famoso sin saberlo, sus padres habían sido grandes magos, los mejores de su época, pero fallecieron al enfrentarse a Voldemort, un mago de la magia oscura que había intentado apoderarse de todo y que se vio vencido cuando al intentar terminar con Harry, quien solo tenía un año, solo causó en el pequeño una curiosa cicatriz en la frente, que tenía forma de rayo; desde entonces, el niño quedó marcado como el sobreviviente y el único que con su inocencia pudo vencer a Quien tu sabes.
Increíbles aventuras suceden en Hogwarts con las que la amistad, y la lucha entre el bien y el mal se ponen a prueba. Harry Potter y la Piedra Filosofal es un libro excelente, especial, narrado de una manera tan contagiosa que dan ganas de continuar leyéndolo sin cesar, y que no tiene límite de edad, probablemente fue creado para entretener a un público muy joven pero entretiene ricamente a los que ya no lo somos tanto. Definitivamente, con todo lo prejuiciosa que soy, me sorprendió; y se debe leer.
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