Emma Woodhouse, bella, inteligente y rica, con una familia acomodada y un buen carácter, parecía reunir en su persona los mejores dones de la existencia; y había vivido cerca de veintiún años sin que casi nada la afligiera o la enojase.
Emma es una de las novelas más
fascinantes de la autora inglesa Jane Austen. Es, básicamente, una sátira
acerca del conflicto y el empeño de esta niña mimada en creer y querer hacer su
voluntad aun cuando se trate de la felicidad de terceros.
Toda la novela transcurre en el
empeño de Emma de buscarle marido a su amiga Harriet Smith, que no es más que
una inquilina en el instituto de la señora Goddard y que es conocida como la “hija natural
de alguien”. Robert Martin es el eterno enamorado de Harriet Smith y le ha
pedido matrimonio pero Emma, aprovechándose de la ingenuidad de su nueva amiga,
desaprueba esta unión porque no cree a Robert Martin merecedor del afecto y de
las conexiones actuales de la señorita Smith.
La única persona que pone reparos
en las actuaciones de Emma es Mr Knightley, el viejo amigo de la familia.
Emma es una novela que atesoro
por haber sido la primera historia de Austen que leí. Es una novela de
personajes tan pintorescos, o quizás más, como los de Orgullo y Prejuicio, de
enredos, fantasías y de amor. Mr Knightley es, probablemente, uno de los
caballeros más encantadores de la literatura Austeniana, tiene una seguridad
fascinante y un diálogo enérgico y cautivante. Diría que es mi favorito si no fuera
por Mr Darcy. Por su parte, Emma es muy contraria a lo que uno pensaría de una
protagonista, es vanidosa y demasiado consentida; Jane Fairfax, su antagónica,
habría sido una protagonista perfecta, pero Jane Austen, cuando creó Emma,
aseguró que sería una protagonista que no gustaría a nadie, excepto a ella. La magia de Emma es que sus
sentimientos, como su conducta, se van modificando en la medida en que incurre
en más y más errores.
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