La boda ente Jane y Rochester no se realiza, en la iglesia, listos para contraer nupcias aparecen el procurador Briggs con un documento que compromete a Rochester y Mason, aquel forastero que se había presentado aquella noche que Rochester tenía bajo sus dominios, en Thornfield Hall, aquel grupo de invitados, entre los cuales destacaba Blanche Ingram, y que de manera inexplícita se había lastimado el brazo, antes de que se llevara a cabo la ceremonia para evitar el matrimonio; esa figura fantasmagórica, esa aparición, que se había materializado en la habitación de Jane y había hecho trozos su velo de novia tenía nombre, Bertha Mason, una mujer desequilibrada con la que Rochester se había casado hacía quince años antes y que había perdido la razón, justificándolo o no la tenía encarcelada en el ático de Thornfield bajo la custodia de Grace Poole.
Ciertamente, la palabra bigamia suena muy mal. Sin embargo, yo iba a convertirme en bígamo, de no habérmelo impedido el destino o la Providencia. Quizá esta última... Reconozco que he obrado diabólicamente... Señores: mi plan ha fracasado. Lo que este procurador y su cliente aseguran es verdad. Estoy casado y mi mujer vive aún.
Rochester detalla su situación a Jane y trata de justificar su errado comportamiento de pretender casarse con ella cuando ya estaba casado con Bertha Mason mediante su exposición sobre por qué se casó con Bertha. Su padre sabía de las posesiones de un plantador de Jamaica, Mason, éste tenía dos hijos, uno de ellos la bella Bertha, dotada con treinta mil libras, Rochester fue enviado a Jamaica y deslumbrado se casó con ella a los veintitrés años.
No había visto nunca a la madre de mi novia, y la creía muerta. Cuando transcurrió la luna de miel, comprendí mi error: mi suegra estaba loca, en un manicomio. Mi mujer tenía un hermano menor completamente idiota. El mayor es el que conoces, y a quien no puedo odiar, aunque abomine de toda su casta, porque en su débil cerebro hay algunos elementos afectuosos, que prueba con su cariño a su hermana y con la adhesión, casi de perro leal, que siente hacia mí. No obstante, probablemente acabará perdiendo la razón por completo. Mi padre y mi hermano Rowland conocían todo esto, pero no pensaron más que en las treinta mil libras y se pusieron de acuerdo para hacerme contraer aquel matrimonio.
Jane escapa de Thornfield sin nada más que su vestido gris Lowoodiano, un flaco paquete y veinte chelines, toma la diligencia y ésta le deja en Whitcross pues era el único sitio que su bolsillo podía costear.
Whitcross no es una ciudad ni una aldea, sino un simple poste indicador colocado en la confluencia de cuatro caminos y enyesado de blanco, supongo que para poderlo reconocer en la oscuridad.
Lo siguiente en la obra son los párrafos y páginas de mayor angustia que he leído en una novela, recuerdo que la primera vez que leí Jane Eyre, la pena, la adversidad, el desasosiego, la intranquilidad, el terror y el horror de saberse sin casa, sin tener nada que comer, sin dinero para pagar un techo y comida y sin una mano amiga a la que acudir en un momento tan difícil se manifestaron en mí tal como lo experimenta el personaje, es indescriptible la sensación de impotencia que se siente en medio de estas páginas, parece que ella no fuera a salir de la oscuridad.
Jane vagabundea varios días, como expliqué, sin alimento ni recibir ayuda de nadie, ni de ningún tipo, entonces, una noche divisa una casa en el campo, se prensenta ante ella pero tampoco recibe ayuda, un hombre joven la encuentra llorando en la puerta de su casa y le da alojamiento.
Para resumir estos capítulos, Jane vive con los Rivers algunos diez meses, John Rivers le ayuda con un empleo como maestra de una pequeña escuela para jovencitas humildes de la aldea, el tío John Eyre, de Madeira, había muerto y dejado a ella, su sobrina, la cantidad de VEINTE mil libras, resumiendo un poco más, la madre de Rivers era hermana de John Eyre como el padre de Jane, por lo tanto Mary, Diana, John y Jane eran primos, entonces, Jane, legalmente, divide la herencia en cuatro partes iguales para ella y sus primos y se vuelve independiente. John le propone matrimonio aunque no está enamorado de ella, según él, la requería como su colaboradora cuando se fuera a la India como misionero, Jane objeta su proposición, ella no puede casarse con alguien a quien no ama. Una tarde, cuando casi acepta la propuesta de Rivers, de casarse con él, escucha en la lejanía su nombre Jane, Jane, Jane, ella responde a la voz y regresa a Thornfield, deseaba saber qué había sido de Rochester.
Lo que queda de Thornfield son solo ruinas, como de su dueño. Jane temió lo peor, que este hubiera fallecido, pero Rochester estaba en Ferndean Manor, vivo solo que ciego y manco.
Particularmente pienso que Charlotte Brontë fue muy injusta con el destino que le dio a Rochester, mutilado, eso fue algo cruel, quizás pensó que para lo tramposo que fue este personaje con Jane, dejarlo tan altivo, como era antes fue lo ideal, pero para una lectora que le gustan los finales rosas, fue muy incorrecto que este terminara de esa forma. Pues bien, Jane y Rochester se juntan otra vez y son felices, etc. etc.
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