“Cada nuevo capítulo de una novela es como un nuevo cuadro en una obra teatral.”
Jane Eyre se instala en Thornfield Hall –ésta es mi parte predilecta de la novela, como relaté en mi artículo anterior [Jane Eyre (Resumen de Capítulos I al X)], la fase de la obra en que la chiquilla es psicológicamente maltratada por su tía Reed y luego enviada a vivir de manera miserable al internado Lowood es demasiado lúgubre para mi gusto, sin embargo, afortunadamente, son solo diez capítulos de penas y dificultades–. A partir de entonces, la ahora Joven Jane, de dieciocho años, aparece en Thornfield Hall como governess (institutriz) de una pequeña de diez años, Adèle. A su llegada a Thornfield, Jane piensa que su protectora será Mrs Fairfax hasta que ésta le informa que el propietario de esta casa hidalga no es otro que Mr Rochester, sin embargo éste visita su casa pocas veces al año, de manera imprevisible, y por contados días.
Si las mujeres soñamos con el enigmático “príncipe azul” a caballo es debido a Charlotte Brontë y a su Rochester. En el capítulo XII Jane se dirige a Hay como emisaria de una correspondencia del ama de llaves de Thornfield Hall, para admirar el paisaje nevado se posa sobre una cerca o una valla y allí escucha el galopar de un caballo por lo que se pone a fantasear con historietas que le narrara Bessie, una de las criadas de la tía Reed, en su niñez, a la sazón aparece un viajero a caballo, acompañado de un perro de manchas blancas y negras que corre a su lado, que resbala sobre el hielo y va a dar al suelo.
Jane observa la situación y ofrece su asistencia, el hombre es tosco y de carácter difícil, sin embargo acepta la oferta de Jane y permite que ésta le ayude y, apoyado en su hombro, se incorpore nuevamente sobre el caballo. Cuando Jane regresa a Thornfield todo parece distinto, hay luz donde suele ser obscuro y movimiento cuando normalmente es apacible, además se encuentra con Piloto, el perro de manchas, echado en la estancia de Mrs Fairfax, y con que el amo, Mr Rochester, no es otro que el forastero a quien con tanta solicitud hubiera proporcionado sus servicios.
El contacto comienza a hacerse frecuente entre Rochester y Jane, por lo que a ella empieza a interesarle su temperamento rudo y hostil, que oculta sentimientos nobles, le agrada porque sabe de antemano que esa hostilidad no se debe a ella sino a la naturaleza de su carácter.
La primera vez que leí Jane Eyre no noté ciertas cosas que en esta segunda revisada, y ya conociendo el desenlace de la historia, he observado; por ejemplo, Mr Rochester, en esas primeras conversaciones con Jane iba ya anunciándole, de manera indirecta y subjetiva, su interés hacia ella:
“Ahora –continuó, dirigiéndose a mí–, ya he recibido al bello peregrino, a la deidad disfrazada, como lo es sin duda. Su aparición me ha causado un efecto benéfico: mi corazón, que era un osario hace un momento, es casi un sagrario en este instante.”
En el capítulo XV, Mr Rochester explica a Jane la procedencia de Adèle, quien es producto de una mujer, Céline Varens, con la que mantuviera amoríos, sin embargo, argumenta, no cree que la pequeña sea su hija, “Piloto se me parece más”, agrega, no obstante cuando la madre abandona a la niña se siente obligado a hacerse cargo de ella, lo que demuestra el lado noble y solícito de un hombre que parece no interesarse por sentimientos ajenos, pero que al saber a una “posible hija” en miseria la asiste como protegida aún cuando las dudas le advierten lo contrario.
Toda esta intimidad con Mr Rochester hizo cuestionarse a Jane ciertas inquietudes, en una oportunidad éste le preguntó si le parecía atractivo, a lo que ella respondió con una negación, no obstante, ahora, esa concepción había cambiado para ella.
“¿Me parecía feo ahora Mr. Rochester? No, lector, la gratitud, unida a cuanto veía en él, todo bueno y genial, hacían que su rostro se me figurara lo más agradable del mundo. Su presencia en una habitación parecía alegrar y caldear la atmósfera mejor que el más brillante fuego.”
Jane Eyre es una novela gótica, obscura, siempre envuelta en un halo de angustia, suspenso e incertidumbre sobre algo inquietante que va a ocurrir y es ejemplo de esto lo que sucede en este preciso capítulo. Jane despierta alterada, había escuchado extraños sonidos sobre ella, rasguños en la puerta de su habitación y una risotada macabra que creyó ser de Grace Poole, una extraña criada a la que Mr Rochester parecía conceder ilimitadas consideraciones. Jane toma valor y asiste a la galería para saber de qué se trata –ésta es una de las partes más importantes de la obra–, movida por el espeso humo que percibía de una de las habitaciones, el lecho de Mr Rochester estaba ardiendo, y es Jane Eyre quien le salva de fallecer envuelto en las llamas.
En el capítulo XVI, Jane se siente nerviosa ante la sola idea de encontrarse con Rochester, éste le había tomado la mano la noche del incendio y ella observó que no era su deseo desprenderla, y estas cavilaciones la inquietaban, sentía que había algún tipo de predilección de su amo para con ella y que en ella estaba creciendo otro tipo de sentimientos por él, distinto al de empleador–empleado.
Mr Rochester no apareció en semanas y cuando lo hizo regresó acompañado de un grupo de amigos entre los cuales prevalecía Blanche Ingram, una elegante y hermosa doncella de buena cuna, a quien Rochester dedicaba atenciones que provocaron los celos de Jane.“Al día siguiente yo temía, y a la vez deseaba, ver a Mr. Rochester. Ansiaba oír su voz de nuevo y me asustaba, sin embargo, presentarme ante él. Rochester, algunas veces, aunque pocas, solía entrar en el cuarto de estudio y permanecer en él, y yo estaba segura de que aquella mañana se presentaría.”
Una de las noches de tertulias con los invitados aparece una extraña gitana dispuesta a leer la suerte a las damas de la concurrencia, la primera en saber su destino fue Miss Ingram, quien sale del recinto enojada e inconforme con su futuro, a su vez asisten las demás señoritas excepto Jane, quien es solicitada por la particular gitana. Esto inicia como un juego y Rochester aparece en la conversación entre la “abuela” y Jane, luego la gitana le advierte: “Usted tiene frío, usted está enferma y usted es una necia”, y le explica que tiene frío porque está muy sola, está enferma porque no se ha enamorado y es una necia porque podría ser la mujer más feliz del mundo si demostrara el afecto que la señora sabía que sentía. Del juego resulta que Mr Rochester era la curiosa gitana, secreto que solo fue revelado a Jane.
Las situaciones se vuelven más góticas y misteriosas en Thornfield Hall con la aparición de un extraño forastero, Mason, a quien Mr Rochester trata de manera especial y cuya presencia le hace sentir nervioso, además, este enigmático personaje es atacado gravemente por un ente de la casa, cuya responsabilidad Jane atribuye a Grace Poole, la extraña criada.