Recuerdo la primera vez que leí Sensatez y Sensibilidad, de Jane Austen, me pareció brillante cómo la alarma por un ligero rasguño en la bebé de Lady Middleton desencadenaba toda una serie de acciones y chismes con la aparición adicional de las hermanas Steele.
Sensatez y Sensibilidad (Capítulos XXI al XXX)
Resumen e Impresiones
En el capítulo XXI aparecen Anne y Lucy Steele, parientes de la señora Jennings; la llegada de estas jóvenes añade nuevas intrigas a Sensatez y Sensibilidad.
Quién iba a pensar que Edward Ferrars, el reservado Edward Ferrars, el protegido de la señora Ferrars, el joven por el cual los Ferrars sentían cualquier clase de expectativas, si se hacía abogado o se enfilaba en la milicia, iba a estar secretamente comprometido con la menor de las Steele. Ésta es una sorpresa típica de las novelas de Austen, por ejemplo, en Emma, Frank Churchill está secretamente comprometido con Jane Fairfax aunque parecía demostrar admiración por la señorita Woodhouse. A mi parecer, Sensatez y Sensibilidad es una novela única entre las novelas de Jane Austen, los personajes de Sensatez y Sensibilidad tienen padecimientos más reales que los de cualquier otra de sus novelas, acá, la madre verdaderamente pierde al marido y se ve, con sus hijas, despojada de sus bienes, Marianne padece la pérdida de su primer amor y Elinor tiene que enfrentar el compromiso de su enamorado con otra joven; pues sí, Edward había estado todo el tiempo secretamente comprometido con Lucy Steele.
A medida que leo Sensatez y Sensibilidad no sé por cuál de los dos personajes sentir mayor aversión, Lucy o Anne Steele. Lucy es en realidad la rival de la protagonista (Elinor), es una de estas jóvenes que tienen la astucia de parecer inocentes e inofensivas pero que son más inteligentes en el arte de la intriga que cualquiera que sea sagaz u ofensiva.
Cuando Sir John, con su estilo de bromear a la señorita Dashwood, manifiesta en compañía de las hermanas Steele que “Ferrars” es el pretendiente de Elinor, Anne Steele actúa sorprendida.
“El señor Ferrars es el tan dichoso personaje, ¿verdad? ¡Vaya! ¿El hermano de su cuñada, señorita Dashwood? Un joven muy agradable, con toda seguridad. Lo conozco muy bien.”
Claro, Anne, es una joven que tiene casi treinta años, no es más inteligente que su hermana, pero sí, probablemente, tiene más razón sobre la malicia del mundo que Lucy, además era la única que sabía del compromiso de ésta con Edward, por lo que no es sorprendente el modo irónico en que responde al descubrimiento. Es precisamente el hecho de que le conozca muy bien lo que causa inquietud a Elinor.
Jane no lo explica pero yo supongo que Lucy no habría sido capaz de explicarse por sí misma la relación entre el Ferrars que es su prometido y el pretendiente de Elinor, por lo que presumo que Anne fue una gran influencia en su hermana para establecer la relación y estimular la intriga con la que Lucy puso límites en lo que creía suyo con Elinor, ¿o tal vez sí?
“Es natural que se sienta sorprendida -continuó Lucy-, pues con toda seguridad no podría haberlo sabido antes; apostaría a que él nunca les dio ni el menor indicio de ello, ni a usted ni a su familia, ya que se suponía era un gran secreto, y puedo asegurar que de mí no ha salido ni una sola palabra hasta este momento. Ni una sola persona de mi familia lo sabe, a excepción de Anne, y jamás se lo habría mencionado a usted si no tuviera la mayor confianza del mundo en su discreción; pensaba que mi comportamiento al hacer tantas preguntas sobre la señora Ferrars debe haber parecido tan fuera de lugar que ameritaba una explicación. Y no creo que el señor Ferrars se sienta tan disgustado cuando sepa que he confiado en usted, porque me consta que tiene la mejor opinión del mundo respecto de toda su familia, y las considera a usted y a la otra señorita Dashwood como si fueran verdaderas hermanas -hizo una pausa.”
La historia detrás de este compromiso es que Edward vivió cuatro años con el tío de las Steele, el señor Pratt, su tutor, y fue en este tiempo que conoció a Lucy y se comprometió secretamente con ella, pues su madre no aprobaría como su esposa a una muchacha de familia modesta como la de Lucy Steele.
“Yo era bastante reacia a iniciar tal relación sin el conocimiento y aprobación de su madre; pero también era demasiado joven y lo amaba demasiado para haber actuado con la prudencia que, debí tener... Aunque usted no lo conoce tan bien como yo, señorita Dashwood, debe haberlo visto lo suficiente para darse cuenta de que es muy capaz de despertar en una mujer un muy sincero afecto.”
Lo más curioso es que Elinor, a pesar de todo lo que había escuchado, como para tratar de convencerse, estimula este tipo de conversaciones con Lucy. Elinor es una joven, además de resuelta, con mucha tesón y temple, no cualquier mujer habría tenido el coraje de escuchar con firmeza cada detalle del romance del hombre amado con la que se suponía era su prometida.
En el capítulo XXV a la señora Jennings se le ocurre la idea de que las Dashwood la acompañen a pasar una temporada con ella en su morada en Londres. Mientras Marianne ve en este paseo toda probabilidad de felicidad debido a la cercanía en que se encontraría con Willoughby, a Elinor, quien tenía cualquier clase de dudas respecto a la relación de su hermana con el caballero en cuestión, le parece una imprudencia, por lo que solicita la desaprobación de su madre sobre el viaje con la siguiente excusa:
“Mi objeción es ésta: aunque tengo muy buena opinión de la bondad de la señora Jennings, no es el tipo de mujer cuya compañía vaya a sernos placentera, o cuya protección eleve nuestro rango.”
Sin embargo el viaje recibió la aprobación de la señora Dashwood debido a que casi siempre aparecerían en público con Lady Middleton. Lo que me lleva a preguntarme: ¿son las Dashwood los personajes menos favorecidos por sus vecinos entre las novelas de Austen?, quiero decir, las Bennet por lo menos tenían por vecinos a Charlotte Lucas y a los Bingley, Emma a Knightley y a los Weston, pero las Dashwood tienen a la señora Jennings con toda su algarabía e indiscreción, a Sir Middleton quien no sabía entretenerse solo, a la esposa de éste que es flemática e indiferente, a las Steele que son frívolas y chismosas y a los Palmer, cuya señora es la más estúpida de las mujeres y cuyo señor es el más simple y disgustado de los hombres. De veras, pobres chicas.
Marianne escribió y esperó correspondencia de Willoughby todos los días que estuvo en Londres. El coronel Brandon, sin embargo, fue quien se presentó a visitarlas.
Fue un golpe demasiado grande para soportarlo con serenidad, y de inmediato Marianne abandonó la habitación. Elinor también estaba decepcionada; pero, al mismo tiempo, su aprecio por el coronel Brandon le permitió darle la bienvenida, y le dolió de manera muy especial que un hombre que mostraba un interés tan grande en su hermana advirtiera que todo lo que ella experimentaba al verlo era pesar y desilusión. En seguida observó que para él no había pasado inadvertido, que incluso había mirado a Marianne cuando abandonaba la habitación con tal asombro y preocupación, que casi le habían hecho olvidar lo que la cortesía exigía hacia ella.
Mientras más leo al coronel Brandon más me gusta, ¿es él el verdadero héroe de esta historia? Willoughby más temprano que tarde demostrará ser un hombre inestimable y deshonesto, y de Edward Ferrars no se sabe mucho, es tan poco afectuoso y tan exageradamente tímido que jamás sabremos por qué Elinor se enamoró de él. Pero no es igual con el coronel Brandon, el coronel Brandon es un hombre seguro de sí mismo y tan cariñosamente enamorado de Marianne, aún cuando sabe que ésta no le corresponde, que esa distancia que guarda con ella, ese respeto por sus sentimientos, lo hace parecer el más respetable de los caballeros. En la primera lectura de esta novela no había percibido al coronel Brandon de esta manera, por esto las relecturas son las mejores.
Los bailes son detalles importantísimos en las novelas de Jane Austen y qué mejor oportunidad para reunir a Marianne con Willoughby que uno.
“Por favor, por favor contrólate -exclamó Elinor-, y no traiciones tus sentimientos ante todos los presentes. Quizá todavía no te ha visto.”
Lo sucedido en el baile y después del baile es completamente inconsolable. Willoughby estaba acompañado de una dama y apenas intentó dirigirse a las Dashwood, y cuando lo hizo fue de una manera tan frívola que no parecía que hubieran intimado tanto en Devonshire.
“Ve a buscarlo, Elinor -dijo Marianne apenas pudo hablar-, y oblígalo a venir acá. Dile que tengo que verlo de nuevo... que tengo que hablar con él de inmediato. No puedo descansar... no tendré un momento de paz hasta que todo esto esté aclarado... algún terrible malentendido. ¡Por favor, ve a buscarlo ahora mismo!”
El golpe final para Marianne fue cuando recibió la carta de Willoughby en la que aclaraba cualquier tipo de confusión a la que la muchacha hubiera estado expuesta.
Mi querida señora,
Acabo de tener el honor de recibir su carta, por la cual le ruego aceptar mis más sinceros agradecimientos. Me preocupa enormemente saber que algo en mi comportamiento de anoche no contara con su aprobación; y aunque me siento incapaz de descubrir en qué pude ser tan desafortunado como para ofenderla, le suplico me perdone lo que puedo asegurarle fue enteramente involuntario. Nunca recordaré mi relación con su familia en Devonshire sin el placer y reconocimiento más profundos, y quisiera pensar que no la romperá ningún error o mala interpretación de mis acciones. Estimo muy sinceramente a toda su familia; pero si he sido tan desafortunado como para dar pie a que mis sentimientos se creyeran mayores de lo que son o de lo que quise expresar, mucho me recriminaré por no haber sido más cuidadoso en las manifestaciones de esa estima. Que alguna vez haya querido decir más, aceptará que es imposible cuando sepa que mis afectos han estado comprometidos desde hace mucho en otra parte, y no transcurrirán muchas semanas, creo, antes de que se cumpla este compromiso. Es con gran pesar que obedezco su orden de devolverle las cartas con que me ha honrado, y el mechón de sus cabellos que tan graciosamente me concedió.
Quedo, querida señora,como su más obedientey humilde servidor,
JOHN WILLOUGHBY
Definitivamente John Willoughby no se caracteriza por escribir grandes cartas como sus compañeros Darcy o Wentworth.