En el capítulo XI se lleva a cabo uno de los
momentos más importantes para el desarrollo de la novela Persuasión, de Jane
Austen, se propone la visita a Lyme. El paseo a Lyme es relevante en el
progreso de la novela porque de los hechos sucedidos acá dependerán los
sentimientos del capitán y de Anne en el futuro.
El paseo a Lyme responde de la ausencia que
había tenido el capitán Wentworth del círculo de amigos debido a una carta que
había recibido del capitán Harville, amigo suyo, en la que le informaba que
estaría estableciéndose, por el invierno, con su familia en Lyme. La corta
visita del capitán y las vivencias que del paseo relató, motivó la excitación
general del grupo por conocer Lyme.
Deciden visitar Lyme por día y medio, pero lo
que esta, en principio, corta visita contempla será mucho más. El capitán
Harville y esposa albergan, además de sus hijos, al capitán Benwick. El capitán
Benwick había estado comprometido con Fanny, la hermana del capitán Harville,
pero ésta había fallecido recientemente por lo que Benwick se presentaba muy
ensimismado, retraído y adolorido.
El capitán Wentworth creía
imposible que un hombre pudiera amar más a una mujer de lo que amó el pobre
Benwick a Fanny Harville, o
alguien que hubiera sido más profundamente afectado por la terrible realidad.
Pronto Anne encuentra en Benwick afinidad,
esa lúgubre apariencia de Benwick le atrae en una forma fraternal, y a través
del intercambio de conocimientos literarios se aproximan, Lord Byron y Mr Scott
eran tema de conversación para ambos.
Y sin embargo -pensó Anne
mientras iban al encuentro del grupo- no creo que sufra más que yo.
Mientras tanto continúan los coqueteos
indefinidos del capitán Wentworth ya no con Henrietta sino con Louisa. Para
Henrietta se determina, en el capítulo X de la obra, su afecto y preferencia
por Charles Hayter, primo de la familia Musgrove, aprobado por Charles Musgrove
pero desaprobado por Maria, quien lo consideraba de inferior cuna, pero de
quien Henrrietta, no obstante, estaba prendada.
El drama, en esta parte del libro, sucede
cuando en un paseo por Cobb, en Lyme, Louisa, estúpidamente cae de un risco y
permanece inconsciente por varios días.
todos estuvieron contentos de
pasar rápida y quietamente bajo el escarpado risco, todos menos Luisa. Debió
ser ayudada a saltar allí por el capitán Wentworth.
De aquí que el capitán Wentworth se sintiera
culpable del estado inconsciente de Louisa. Anne, la única capaz de guardar la
calma en mitad de la adversidad, resuelve enviar a alguien por un cirujano,
este alguien resulta Benwick, mientras el capitán y los demás trasladan a la
muchacha hasta la casa de los Harville. Se resuelve también que Louisa no puede
regresar a casa en su estado, que mientras se recupera debe presentarse
Henrietta, quien también había colapsado al ver a su hermana inconsciente y a
cuyos cuidos Anne se dedicara. El capitán propone que Anne, voluntariosa e
inteligente, se quede en Lyme para cuidar a Louisa pero Maria se ofende pues
cuidar a Louisa, en falta de su propia hermana, le corresponde a ella y no a
Anne. Entonces esa noche regresan a Uppercross, Henrietta, Anne y el capitán
Wentworth pues éste quería, él mismo, participar lo sucedido a los padres de la
joven.
En este punto de la novela parecen
indiscutibles los sentimientos del capitán Wentworth por Louisa Musgrove, Anne,
observando este afecto se siente nostálgica de no haber podido dar los cuidados
que merecía Louisa en solicitud del capitán, Anne deseaba que Wentworth
sintiera que ella era su amiga, siendo éste uno de los aspectos más solícitos y
compasivos de Anne.
Anne jamás se había sometido de
más mala gana a los celos y malos juicios de María,
pero así debía hacerse.
Finalmente Anne se traslada a Bath, para este
momento Louisa está de mejor salud, los Musgrove regresaron a Uppercross y el
capitán Wentworth se había ausentado por diez días de Lyme. Algo que agobiaba a
Anne en Bath era la continua residencia de Mrs Clay, amiga de Elizabeth. Mrs
Clay era una mujer joven que, aunque no bien parecida, tenía todas las
características de una cazafortunas, y esta Mrs Clay estaba perpetuada en la
residencia de los Elliot, en Bath, desde el mes de septiembre, cuando el padre
y la hija se habían instalado en la nueva residencia.
Durante su estadía en Bath, Anne había
tropezado con un hombre fino, agradable y de buenos modales, que se había
fijado en ella y del que se especulaba era Mr Elliot, su primo y heredero de
Kellynch Hall. Como en otras novelas de Austen, sus protagonistas femeninas se
ven en aprietos debido a la carencia de una figura masculina dentro del seno
familiar; al no existir hermanos, la herencia de las propiedades es
intransferible a las herederas y deben suceder al familiar hombre más cercano;
en el caso de los Elliot, William Elliot era el heredero legal de Kellynch, quien
también heredaría el título de barón de
Sir Walter Elliot. Por esta razón, Sir Walter había tratado de unirle a
Elizabeth en años anteriores, pero las esperanzas y relaciones de los Elliot con
el joven se vieron interrumpidas cuando Mr Elliot se unió a otra joven adinerada
de sociedad. Sin embargo ahora Mr Elliot era viudo. Desde Lyme se trasladó a
Londres, luego a Bath, había reestablecido las relaciones con su tío y
constantemente visitaba Candem Place,
la residencia de los Elliot en Bath. Curiosamente, Mr Elliot es el único
hombre, además del capitán Wentworth, por el que Anne se siente ligeramente
inclinada.
La intriga sobre el estado de los
sentimientos del capitán Wentworth y Louisa adquieren un nuevo giro cuando por
una carta de Maria, Anne se entera que Louisa y el capitán Benwick se enamoraron
durante la recuperación de ella en casa de los Harville en Lyme. Anne se sintió
sorprendida como es de suponerse pero también emocionada, aunque hubiera
parecido un sentimiento mezquino de acuerdo al afecto que suponía sentía el
capitán Wentworth por Louisa.
Se podía concluir que si la mujer que había sido sensible a los
méritos del capitán Wentworth podía preferir a otro hombre, nada debía ya sorprender
en el asunto. Y si el capitán Wentworth no había perdido por ello un amigo,
nada había que lamentar. No, no era dolor lo que Ana sentía en el fondo de su
corazón, a pesar de ella misma, y coloreaba sus mejillas el pensar que el
capitán Wentworth seguía libre. Se avergonzaba de escudriñar sus sentimientos.
¡Parecían ser de una grande e insensata alegría!
Finalmente, con esta noticia, el capitán
Wentworth viaja a Bath. Si me toca escoger una parte favorita del libro sería
ésta. Me encanta cuando el capitán viaja a Bath para buscar y resolver las
cosas con Anne. Me encanta también que no sea sencillo para él reconciliarse
con ella porque me indigna cuando al inicio del libro, él, aunque siempre
teniendo detalles con ella, la pone ya no en segundo sino en último plano. Sin
embargo se debe comprender que solo se trata del orgullo herido de un hombre
enamorado.
Anne y el capitán se encuentran fortuitamente
por primera vez en Bath. Anne estaba acompañada de su hermana, Mr Elliot y la
señora Clay, en una tarde lluviosa, cuando se tropieza con él.
Se sintió visiblemente turbado y
confundido al verla, mucho más de lo que ella observara en otras ocasiones. Se
sonrojó de arriba abajo. Por primera vez desde que habían vuelto a encontrarse,
se sintió más dueña de sí misma que él. Es verdad que tenía la ventaja de
haberlo visto antes. Todos los poderosos, ciegos, azorados efectos de una gran
sorpresa pudieron notarse en él. ¡Pero ella también sufría! Los sentimientos de
Ana eran de agitación, dolor, placer..., algo entre dicha y desesperación.
En un gesto de completa cortesía romántica,
debido a que Anne regresaría a casa bajo la lluvia, el capitán Wentworth le
presta su paraguas. Continuando con el conteo de momentos favoritos de esta
novela, si tuviera que escoger el momento de este libro, sería la noche del
concierto cuando Anne se acerca para hablar con él.
Después de hablar del tiempo, de
Bath y del concierto,
su conversación comenzó a languidecer, y tan poco podían ya decirse, que ella
esperaba que él se fuera de un momento a otro. Pero no lo hacía; parecía no
tener prisa en dejarla
Durante la conversación, el capitán expone
sus sentimientos sobre el compromiso de Benwick y Louisa, los cuales no son
nada rencorosos.
Confieso creer que hay cierta
disparidad, mejor dicho una gran disparidad, y en algo que es más esencial que
el carácter. Considero a Louisa Musgrove una joven agradable, dulce y nada tonta,
pero Benwick es mucho más. Es un hombre inteligente, instruido, y confieso que
me sorprendió un poco que se enamorase de ella. Si éste fue efecto de la
gratitud; que él la haya amado porque creyó ser preferido por ella, es otra
cosa muy distinta. Pero no tengo razón para imaginar nada. Parece, por el
contrario, haber sido un sentimiento genuino y espontáneo de parte de él, y
esto me sorprende. ¡Un hombre como él y en la situación en que se encontraba!
¡Con el corazón herido, casi hecho pedazos! Fanny Harville era una mujer superior, y el amor que por ella sentía era
verdadero amor. ¡Un hombre no puede olvidar el amor de una mujer así! No
debe... no puede.
Con esta última aseveración, básicamente le
expone a Anne sus sentimientos. Nunca habría podido enamorarse de Louisa
Musgrove porque antes la había amado a ella, una mujer superior.
Anne no vio nada, no pensó nada del lujo del salón; su felicidad era
interior. Sus ojos refulgían y sus mejillas estaban animadas, pero ella no lo
sabía. Pensaba solamente en la última media hora y mientras ocupaban sus
asientos, en su pensamiento repasaba los detalles. La elección del tema de
conversación, sus expresiones, y más aún sus gestos y su fisonomía eran algo
que ella podía ver sólo de una manera. Su opinión acerca de la inferioridad de
Luisa Musgrove, opinión que parecía haber dado con gusto, su asombro ante los
sentimientos del capitán Benwick, los sentimientos de éste por su primer y
fuerte amor -las frases dejadas sin terminar-, su mirada algo esquiva, y más
de una rápida y furtiva mirada, todo aquello hablaba de que al fin volvía a
ella; el enfado, el resentimiento, el deseo de evitar su compañía habían
desaparecido. Y sus sentimientos no eran simplemente amistosos; tenían la ternura
del pasado; sí, algo había en ellos de la antigua ternura. El cambio no podía
significar otra cosa. Debía amarla.
Citas memorables:
¡Un hombre no
puede olvidar el amor de una mujer así! No debe... no puede. –El capitán
Wentworth.